La HISTORIA quiere que el 29 de marzo vuelva a ser un GRAN DÍA para el CB CANARIAS

 

Canarias 80-81, ascenso, con cuatro palmeros..

“La memoria intenta preservar el pasado para que le sea útil al presente y a los tiempos venideros”, Jacques Le Goff

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Cuánta razón en tan pocas palabras. Lástima que en la actualidad sea necesario recurrir a la gente mayor para revivir tiempos pasados, entendiendo con ello que las nuevas generaciones apenas abren un libro o navegan en las profundidades de la investigación periodística para conmemorar hechos históricos acontecidos dentro de una actividad a la que se profesa admiración, complicidad, pasión, dedicación… Hablo de BA-LON-CES-TO, claro está. He escuchado, incluso, a jóvenes periodistas argumentar que «el pasado es pasado y hay que vivir de la realidad». No quieren aceptar que la historia nos ha permitido llegar a estos momentos. Nos ayuda a revivir errores cometidos para intentar no cometerlos de nuevo y poner en peligro ese trabajo que mueve masas.

Que el deporte de la canasta, en lo que a la competición nacional se refiere, no empezó con la creación del Tenerife CB, ni con la puesta en escena, en categoría femenina, del CB Clarinos o CB Adareva. Sí, son clubes que marcan la rabiosa actualidad cestista, pero es que antes se escribieron páginas con mucha vida y enormes sacrificios. Añadiría que en aquellos tiempos con menos se hacía más que ahora con mucho.

Por eso siempre he sentido verdadera devoción por navegar en las hemerotecas para mostrar a quienes me honran con su atención lo que llegó a acontecer en esta nuestra tierra hace 50, 60, 70, 80 años. Incluso teniendo la gran suerte de encontrar a gentes, abuelos en la actualidad, que fueron protagonistas de partidos en canchas de tierra con líneas pintadas con cal; haciendo uso de un calzado acorde a la época y balones de cuero cocidos con hilo que producían botes irregulares…

Recordar, reconocer, vibrar con esas personas que escribieron la historia del BALONCESTO TINERFEÑO es aplaudir a quienes quitaron del camino de las siguientes generaciones las piedras que hoy nos permiten practicar un juego con grandes medios.

Mañana, un día para la HISTORIA

MARCOS PERERA, jefe de prensa del CB Canarias, es uno de esos jóvenes que no dudan en mirar al pasado con respeto y sensibilidad pues sabe que la historia que seguimos escribiendo tiene sus primeras páginas. Se comprobó su labor de investigación con motivo del 75 aniversario del CB Canarias, recurriendo, eso sí, a los mayores, pues es evidente que para ofrecer un digno producto es necesario encontrar la colaboración de la experiencia.

Precisamente hoy, MARCOS PERERA, publica un trabajo en la web del club canarista para recordarnos a todos que un 29 de marzo de 1981 el CB Canarias, luciendo el apellido de CAJA RURAL, logró el primer ascenso a la División de Honor. Y, como afirma en el texto Perera, «las casualidades o el destino de la vida» han querido que esta efemérides pueda coincidir en día y mes con la clasificación, por vez primera en la historia del club y del basket tinerfeño, para una FINAL FOUR europea.

Y más casualidad o el destino han querido que tal día como el de ayer nos hayan dejado dos hombres que formaron parte de esa historia de color amarillo y negro: don SANTIAGO MARTÍN y don PABLO CASADO.

Por si fuera poco, el entrenador que nos llevó a la élite, contando con un plantel made in Canary, fuera precisamente quien ayer lunes, de madrugada, nos dejó a los 73 años de edad.

Este es el emotivo y brillante artículo de recopilación que firma MARCOS PERERA:

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Tal día como mañana, un 29 de marzo, pero de hace 36 años, la familia canarista festejaba el primer ascenso de su historia a la máxima categoría del baloncesto español. Ocurrió en 1981, en un Colegio Luther King lleno hasta la bandera y suponía un salto cualitativo importantísimo en la trayectoria de un club que llevaba muchos años en el anonimato de las ligas insulares o de segundo calado nacional, intentando hacerse un sitio entre los grandes.

 Tras un buen puñado de promociones fallidas y después de convivir mucho tiempo a la sombra del mejor RC Náutico de la historia, equipo que desde mediados de los 60 se había acostumbrado a convertirse en un inquilino habitual de la entonces conocida como Primera División, germen de la futura ACB, el equipo canarista había intensificado desde principios de los 70 sus intentos por acceder a la élite, a raíz del fichaje de Pepe Cabrera, protagonista precisamente de los mejores años nautas.

 Retirado de los banquillos y ejerciendo ya de director deportivo, gerente y un sinfín de funciones en el club aurinegro, empeñado en profesionalizar a la entidad, Cabrera gestionó en el 79, junto a Federico Isidro de Lis, director entonces de Caja Rural, patrocinador canarista, el fichaje del entrenador Pablo Casado, tristemente fallecido el pasado domingo. En dos años, Casado llevaría por fin a la familia canarista hasta la máxima categoría.

 Ocurrió en la temporada 80-81, con García Linares de presidente y un grupo en su mayoría de jugadores canarios, caso por ejemplo de Richi Bethencourt, Ventura de la Rosa, Domingo Camacho o Fernando Esquivel; varios fichajes palmeros que habían llegado a la Isla de la mano de Pepe Cabrera y acabarían dando páginas de gloria al club, como Manolo de las Casas o Juan Méndez, entre otros, y un par de refuerzos peninsulares, entre ellos el base Chinche de la Fuente, que venía de ser campeón de España juvenil con el Estudiantes.

Aquel bloque ocupó una de las tres plazas de ascenso a la División de Honor junto al Caja de Ronda y a La Salle de Barcelona. El ascenso matemático se materializó un 29 de marzo, en el Luther King, ante el Bosco de La Coruña, en la antepenúltima jornada de aquella Primera B. Los gallegos, firmes candidatos también a subir (acabarían cuartos), plantaron cara a los aurinegros (86-83), que tuvieron que recurrir a la mejor versión de Bethencourt (25 puntos) y a un partido memorable de Camacho (24 puntos y 9 rebotes) para certificar la victoria y el ascenso.

 Aquel día, más de 40 años después de su nacimiento, aquel humilde club, que había sido alumbrado como un modesto equipo de pueblo y había sobrevivido a años de penurias y alegrías gracias al espíritu y a la vocación de directivos, jugadores, entrenadores y aficionados, saborearía por fin, por primera vez en su vida, lo que significaba ser un equipo de la máxima categoría del basket español.

 Las vueltas de la vida, los caprichos del destino, han querido que el 36º aniversario de aquel histórico ascenso coincida con otra cita marcada en rojo en el calendario de la familia canarista, justo en el día en que el Iberostar Tenerife intentará clasificarse por primera vez para una Final Four de un certamen continental, coincidiendo con el partido de vuelta de los cuartos de final de la Basketball Champions League, ante el Asvel Lyon Villeurbanne. Lo que acontezca este miércoles decidirá si el 29 de marzo pasará o no a la historia canarista como una fecha doblemente señalada.