La retirada de Noccioni en la prensa argentina

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El alma de la Generación Dorada, Andrés Nocioni, jugó su último partido como profesional

El Chapu se despidió del básquetbol, tras la caída de su equipo, Real Madrid, ante Valencia en la final de la Liga de España

Andrés Nocioni , otro de los integrantes emblemáticos de la Generación Dorada , finalizó hoy su carrera profesional como subcampeón de la Liga de España, tras la derrota de su equipo, Real Madrid , ante Valencia Basket por 87-76 como visitante. El conjunto valenciano se impuso en la serie por 3-1, ganándole al ‘Merengue’ los últimos tres juegos, y se quedó así con la corona de bicampeón. El alero santafesino convirtió 6 puntos (2-6 en tiros de campo) y tomó 4 rebotes en los 19 minutos y 35 segundos que estuvo en el rectángulo de juego.

Además, Nocioni se puso las siguientes camisetas: Racing (1995-1996), Olimpia de Venado Tuerto (1996-1997), Independiente de General Pico (1997-1999), Tau Cerámica (1999-2000), Bàsquet Manresa (2000-2001), Tau Cerámica (2001-2004), Chicago Bulls(2004-2009), Sacramento Kings (2009-2010), Philadelphia 76ers (2010-2012), Peñarol de Mar del Plata (a préstamo para el Súper 8 de 2011), Caja Laboral Baskonia (2012-2014 ) y desde 2014 hasta la actualidad el Real Madrid.

Sin dudas, su paso por el básquetbol profesional dejó una gran huella por ser parte de la ‘Generación Dorada’ y por su carácter reflejado en cada momento clave y caliente de su carrera.

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Artículo de Carlos Delfino en LA NACIÓN

@CarlosGDelfino

Chapu Nocioni, la nobleza y la garra de la Generación Dorada

A los 37 años, el santafecino se retiró del deporte, en la caída de Real Madrid en la final de la Liga de España; una carrera tan identificada con los éxitos como con el corazón y las agallas

«Ese gigante de 2,03m que dice «adiós» al básquetbol profesional a los 37 años es el guerrero de la Generación Dorada, el jugador que invita a pensar si su nombre no se convertirá en sinónimo de temple o de garra en el diccionario de la Real Academia Española. Paradójicamente, Andrés Nocioni toma con absoluta tranquilidad el final de su carrera.

Se había convencido en abril pasado de que cuando bajara el telón la temporada española, su trayectoria haría lo propio. Definitivamente. Ayer llegó el día, en el que le dolió más la derrota de su equipo, Real Madrid, que una despedida que había madurado en los 74 días que pasaron desde su descontracturado anuncio hasta el desenlace adverso del certamen, con el tercer triunfo seguido y la consagración de Valencia en el cuarto capítulo de la serie decisiva. Chapu jugó sus últimos 19 minutos, marcó los seis puntos que más frescos estarán en la memoria de quienes lo ovacionaron en territorio valenciano y se marchó con la humildad que simboliza al seleccionado argentino. Y con él, se fueron su pasión y su corazón.

Inolvidable su furia para pelear por cada pelota en cualquier partido y para gritar por conversiones memorables, como el triple con suspenso en el último segundo que llevó a la Argentina a una épica victoria en dos tiempos suplementarios contra Brasil en los Juegos Olímpicos Río 2016. Aquella noche, el alero santafecino hizo 37 puntos, tomó diez rebotes y lloró de emoción en la cancha abrazado a sus compañeros. Sería su última obra cumbre con la camiseta albiceleste, en un torneo en el que el número 13 diría adiós al equipo nacional un tanto eclipsado por la despedida simultánea de Emanuel Ginóbili.

Pasaron 22 años desde que León Najnudel, el creador de la Liga Nacional, viajó a Santo Tomé, Santa Fe, y le dijo a Pedro Nocioni, el padre de Chapu, que los esperaba en Racing, de Avellaneda, equipo al que dirigía. Apenas había visto los movimientos precompetitivos y cuatro minutos de partido cuando se levantó de su butaca y se marchó. No le hizo falta más tiempo para convencerse de que tenía delante de sus ojos un talento fuera de lo común. Andrés tenía apenas 15 años.

En la Academia estuvo sólo uno. Lo mismo en Olimpia, de Venado Tuerto. Y permaneció dos temporadas en Independiente, de General Pico, antes de iniciar su travesía por Europa y la NBA, que tuvo sólo un paréntesis en el Súper 8 de 2011, que jugó para Peñarol, de Mar del Plata, con Sergio Hernández como DT, en medio de una huelga que dejó a Estados Unidos sin triples, tapas ni show por casi seis meses.

Chapu fue campeón en Baskonia y en Real Madrid, clubes en los que conquistó tres veces la Liga, cuatro la Copa del Rey, una la Supercopa de España, una la Euroliga y una la Copa Intercontinental. De sus nueve temporadas en la NBA, las cinco primeras fueron en Chicago Bulls y marcaron el pico de su rendimiento. Desde el comienzo pisó fuerte. Tanto que su desempeño en la parte final de la temporada 2004/2005 lo hizo acreedor al premio al mejor jugador por parte de la franquicia. También Sacramento y Philadelphia disfrutaron de su nobleza. Y hasta con avaricia, pues el último de ellos le impidió jugar en la selección en el mundial Turquía 2010. En los números, el alero promedió en la liga norteamericana 10,5 puntos en etapas regulares y 13 en sus cuatro participaciones en playoffs. Lejos de la gloria del anillo, pero con reconocimiento eterno.

«Fue un camino largo, repleto de piedras, luces, empeño y de grandes satisfacciones. De algo estoy seguro: valió la pena transitarlo», aseguró en abril, cuando comunicó que transitababa su último cuarto en el básquetbol. «Me voy antes de que me echen», argumentaba, con humor. Nadie se habría atrevido jamás.

Chapu for ever

A los 37 años, Andrés Nocioni le puso punto final a un carrera brillante. No cerró con título, pero se irá como leyenda por su corazón sin igual. ¡Gracias!

Leandro Fernández

Leandro Fernández (Periódico Olé)

A medida que se desata la fiesta naranja en Valencia, a muchos se les llena el cuerpo de otra sensación. Sí, porque el vacío también llena. Porque ese 87-76 contra el Real Madrid que le dio el primer título de la historia en la Liga ACB de España (serie 3-1) trajo, inmediatamente, eso que ya se conocía pero que igual impacta, golpea y retumba en la memoria por todo lo vivido. Es que se retiró oficialmente Andrés Marcelo Nocioni. O, simplemente, Chapu. Y con él se va un pedazo enorme de los libros de nuestro básquet.

Y vaya si se necesita un tiempo para describir lo que fue el alero (ala pivote en sus últimos años) de Gálvez, en su querida Santa Fe. Primero, porque fue mucho más que un currículum con números de leyenda. Más que ese pibe de 15 años que deslumbró a León Najnudel para desembarcar en Racing y empezar su carrera  en la Liga Nacional, pasando también por Olimpia e Independiente de Pico. También fue más que el joven que se fue a España fichado por Baskonia y, tras un primer paso en Manresa, se convirtió en ídolo en Vitoria, encontrando allí su segunda casa y sumando, entre otras cosas, un título en la ACB, dos Copas del Rey y un MVP liguero. Ni hablar que fue más que ese guerrero que se ganó el corazón de los Bulls en su salto a la NBA, paso que no soñó pero que le llegó igual. Y, quizá sin quererlo, se fue con la friolera de 5.714 puntos en 537 partidos (también estuvo en los Kings y 76ers). Fue más que un extraterrestre bajando a tierra para hacer un paso fugaz por Peñarol, allá por fines de 2011, para ganar el Súper 8 con su eterno amigo Leo Gutiérrez. Y, aunque parezca increíble, fue más que esa pieza que Real Madrid buscó en 2014, previa vuelta a Baskonia, para apuntalar su constelación de figuras y ganar todo en tres años: ocho coronas, con la Euroliga 2015 como la frutilla del postre y encima siendo el MVP de aquel Final Four.

¿Más? Sí, porque bien resaltado en su CV dice que fue el alma de la Generación Dorada, ese seleccionado único. Fue más que aquel oro en Atenas 2004, que el bronce en Pekín 2008 y que las mil batallas que exceden sus 121 partidos y 1.364 puntos en celeste y blanco.

¿Qué fue Nocioni? El dueño y líder de una filosofía de juego que dice que el sacrificio, el corazón, la entrega, el carácter y los huevos pueden contra todo. El tipo que se les reía a los obstáculos y desafíos. El hombre dueño de  intangibles capaces de tapar un talento que también es enorme. Chapu fue, es y será siempre el jugador del pueblo. El guerrero de todos. El más humano de los galácticos. Deja de jugar a los 37 años. Y su ejemplar leyenda recién empieza.