María decidió en abril del año pasado dar el paso e invertir los ahorros de toda la vida en su sueño: montar un negocio de comida preparada. "Mi idea era, además, dar trabajo a dos personas y contribuir a relanzar una zona en franca decadencia en Santa Cruz", explica. Nueve meses más tarde, la idea está "descartada casi por completo", la protagonista dice haber perdido "la ilusión" -además de unos 2.000 euros- y se confiesa "desgastada por la burocracia". Tiene claro que "la realidad está por encima de cualquier previsión". Lo dice por "los seis meses como mínimo para recibir la licencia de apertura de un local" que criticaba hace unos días en este periódico Abbas Moujir, secretario general de Fauca. "Ojalá hubieran sido seis meses", asegura la afectada.

"Tenía local visto y compromiso con el dueño para alquilarlo, pero carecía de licencia porque la normativa sobre humos en Santa Cruz solo permite el extractor desde el interior del edificio. Prácticamente todos los anteriores a 2002, la inmensa mayoría estarían ilegales pero es lo que hay. En todo este proceso propuse un sistema de humos limpios que existe en La Laguna, pero aquí no está homologado".

La protagonista aclara: "En estos meses, el dueño digamos que se ha crecido porque conoce todas las pegas que me han puesto y cuando nos volvimos a reunir ya las condiciones pactadas eran otras".

Como prólogo, valora: "Lo que venden como una panacea, la Ventanilla Única Empresarial de la Cámara de Comercio, según mi experienci,a no tiene más sentido que acumular usuarios para inflar estadísticas y apuntarse el tanto, porque no te ayudan en nada".

María pidió cita por teléfono en la Gerencia de Urbanismo el pasado 4 de octubre. Se la dieron el 10 para ir el 16. Acudió con la esperanza de que fuera verdad lo que había leído unos días antes. "En el periódico -indica- vi que se había convocado una reunión en la que estuvo el alcalde para modificar la ordenanza tras lo ocurrido con una cafetería de la calle Castillo". El objetivo era que "un técnico me dijera si se podría legalizar o no la salida de humos de mi local". Pero su gozo quedó en un pozo. Sobre todo, relata, "por el trato displicente que me dio la funcionaria. Ya me habían pedido todos los datos por teléfono, hasta el epígrafe para darme de alta de la actividad en Hacienda. Me los volvió a pedir, pero es lo de menos. Lo grave, en mi opinión, es que me dice que no conoce la normativa sobre humos ni la tiene en su ordenador. Tras levantarse varias veces a consultar concluye que no hay nada que hacer si el edificio es anterior a 2002. Que nunca tendré permiso para abrir. Cuando le indico lo de la prensa, me responde que obedece a acuerdos con los periódicos para tranquilizar a la opinión pública. Literal".

María pide una cita con el alcalde. "Su secretaria -señala- me atiende muy bien y me deriva al concejal de Comercio y de la Sociedad de Desarrollo, Alfonso Cabello, con el que me reuní a principios de noviembre. Yo no quería hablar en concreto de mi problema, sino decirle que no se podía engañar a la gente. Fue muy amable y me confirmó que se trabajaba en cambiar la normativa".

La siguiente llamada es de Urbanismo. "Me piden disculpas pero ratifican que no puedo abrir el negocio", cuenta María. Poco después, a primeros de diciembre, desde la Gerencia le dan cita a María para hablar con el concejal, Carlos Garcinuño, y el gerente, Roberto Remiro. Al respecto valora: "Me escuchan y se disculpan. Argumentan que son un equipo nuevo que intentan darle la vuelta a la Gerencia".

Pese a todo, María solicita el permiso previo de actividad, que es como "un lánzate, que ya veremos. No tengo un gran capital, porque si fuera así habría alquilado directamente el local y luego ya se vería. Pido el permiso, previo pago de 86 euros, y me dicen que tardará como un mes". Solo es un ejemplo, porque "también pagué a un ingeniero industrial que, pese a las facilidades, no cobra barato precisamente, y por una copia de primera ocupación que ya tienen ellos".

Poco antes de la pasada Nochebuena, apostilla María, "rompo las negociaciones con el dueño para el alquiler del local. Y a finales de diciembre me llega la comunicación de que tengo concedido el permiso de inicio de actividad. Debo recogerlo en Urbanismo y la verdad es que después de todo esto no tengo ningunas ganas de volver allí".