Las condiciones económicas de los portugueses han empeorado cada año sin excepción desde 2006, antes incluso del estallido de la crisis, lo que se refleja en el deterioro de los salarios y el mercado de trabajo.

Así se desprende del primer estudio publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) luso sobre el "índice de bienestar", divulgado este viernes y que tiene por objetivo "acompañar la evolución del progreso social" a través de áreas como la situación económica de las familias, la salud, el medio ambiente o la criminalidad.

El índice, que analiza el período 2004-2012, refleja una mejora sostenida en el bienestar general de los portugueses de 100 a 107,6 puntos con crecimiento todos los años a excepción de este último, cuando registró un ligero descenso.

Para elaborar esta serie, los técnicos del INE crearon dos indicadores: uno que analiza la "calidad de vida", que progresó sin freno durante todo este período, y otro que evalúa las "condiciones materiales de vida", que experimentaron la tendencia contraria.

La "calidad de vida" pasó en este período de 100 a 116 puntos, mientras que las "condiciones materiales de vida" cayeron de 100 a 87 puntos.

Uno de los sectores donde mayor mejora se registró -y más contribuyó a la positiva evolución de la calidad de vida- fue la educación, que sigue en ascenso incluso en época de crisis, así como en el área de medio ambiente y la sanidad, donde, sin embargo, en 2012 se produjo un descenso.

"Debido a la fuerte asociación entre muchas de las variables que componen el indicador que mide las condiciones materiales de vida de los portugueses, su evolución refleja el bajo crecimiento de la economía nacional antes de la crisis y las consecuencias de la recesión posterior", explicaron desde el INE.

Portugal, que atraviesa la peor crisis de su historia reciente -con un desempleo que ronda el 16 %- y bajo la intervención financiera de la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI) desde 2011, fue además uno de los países con menores tasas de crecimiento de todo el mundo durante la primera década del siglo XXI.

La vulnerabilidad económica de sus ciudadanos (relacionada con el paro, los elevados niveles de endeudamiento y las dificultades para pagar la hipoteca), así como el trabajo y la remuneración salarial fueron las categorías que más contribuyeron al empeoramiento de las condiciones materiales.