NO CUELA. La iniciativa #TFseMueve apesta a propaganda oficial; nada que ver con una revolución ciudadana. Porque el hartazgo no se manifiesta con logotipos de diseño ni vallas publicitarias ni apoyo institucional. Además, a día de hoy, y créanme que lo lamento, la inclusión del puerto de Santa Cruz de Tenerife en la Red de Transporte Transeuropea parecería no obedecer a ningún criterio objetivo: hemos llegado tarde, basta un paseo por el litoral chicharrero. Si ocurriera, que está difícil, hablaríamos de discriminación positiva, una concesión que nos cobrarán con intereses. Esta propuesta "light" no rompe con el contemporáneo "inmovilismo revolucionario" que pretende cambiarlo todo para que se quede como está.

Bien pensado, la idea de una sublevación pacífica puede que sea la única forma de sacar a esta isla del ostracismo. Tendrían que aparecer líderes que den la cara, ajenos al "polit bureau", capaces de enfrentarse al poder con la autoridad que le otorgue el pueblo amotinado, capaces de hablar claro, sin miedo a represalias, capaces, también y sobre todo, de proponer alternativas de futuro. La presión social debería ser tal que quienes están ahora al frente de las instituciones públicas se vieran obligados a dimitir y a convocar elecciones. Para ello habría que desmontar el clientelismo imperante, destapar los intereses no confesados y señalar a los culpables.

-¿Dimitir? ¿Convocar elecciones anticipadas? ¿Al Cabildo, al Gobierno de Canarias? Usted se me chifló del todo.

Vivimos en democracia y la democracia tiene sus mecanismos, formales y no formales. Y cuando la casta política no atiende sus obligaciones, más preocupada en mantener su "statu quo", el ciudadano puede y debe salir a la calle a expresar su disconformidad por el bien común, que de eso se trata. No nos olvidemos de que la política o la economía no son fines en sí mismos, son una mera forma de organización para conseguir bienestar y felicidad. Hay todavía quien no ha caído en la cuenta de que tras cada voto hay una persona con su vida, sus miserias y sus alegrías.

El nuevo ideario sumaría acólitos de inmediato. Requiere solo tres líneas maestras sobre las que gire esta nueva era: la simplificación administrativa, la lucha contra el fraude y la negociación de un estatuto dentro de Europa con bajos impuestos y facilidad para el tránsito de personas y mercancías. Y ya está, y que funcionen los mecanismos del libre mercado. Menos trabas a la actividad económica para fomentar las inversiones, lucha sin cuartel contra quienes abusan, defraudan o están al margen del sistema y una herramienta legislativa que le costará mucho más barata a nuestros socios de la Unión que el actual, insostenible e ineficaz entramado de subvenciones.

La primavera árabe y el otoño tinerfeño.

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