Todo empezó en un pelotazo defensivo del colista -que como tal inició el partido el Sanse-, Chechu despejó forzado de cabeza hacia el centro de su zaga, Sergio salió sin necesidad, chocó con Raúl Llorente -lo lesionó-, Portilla se encontró el balón y marcó a puerta vacía ¡Vaya desastre de jugada! Habían transcurrido 22 minutos de signo absolutamente opuesto. Repasen: el portero Miguel Ángel salva a bocajarro el taconazo de Luismi Loro (5''); el meta vuelve a lucirse un minuto más tarde al cabezazo frontal de Zazo; Sicilia se impone de cabeza y roza el gol (15'')... Tres ocasiones a cual más clara fruto del dominio inicial absoluto del Tenerife, que entró bien en el partido, tuvo la intención de combinar cerca del área visitante y fue capaz de ensanchar su ataque y de seleccionar buenos pases por dentro. Por cierto, para jugar tocando por abajo parece menos apropiado Aridane que Perona... El gol se veía venir, hasta que en pleno acoso local, a la salida de un córner, surgió aquel pelotazo que revolcó el partido de una manera incomprensible.

Se diluyó en su ansiedad.- No es normal que un equipo que aspira al título y que vence de aquella manera la resistencia del colista en los 15 minutos iniciales, se caiga de la forma que lo hizo el Tenerife al primer contratiempo que sufrió. Desde el tanto en contra se diluyó. Quizás haya que encontrar la razón en el fondo de la cuestión: este Tenerife está muy poco hecho, no tiene una idea consolidada y le faltan respuestas colectivas serenas en situaciones de apuro o de bloqueo, como ya sucedió ante La Roda. Total, que el tramo hasta el descanso estuvo dominado por la ansiedad local que convirtió el ejercicio de ataque en una torre de Babel: unos corriendo con la pelota, otros pausando demasiado las posesiones (Tacón), otros pegando pelotazos en largo y los demás esperando el pase que nunca llegó. Para colmo de males se tuvo que retirar Llorente y el bloque perdió el contagio de su agresividad. Precipitado, nervioso en las zonas comprometidas (Tarantino no da ni una bien) y desajustados para presionar por el buen manejo visitante de sus posesiones, al equipo de Tébar le costaba más esfuerzo recuperar el balón cada vez y casi siempre lo jugaba sin sentido colectivo, a base de improvisar soluciones. Las malas sensaciones se acentuaron cuando Aridane malgastó la última opción (41'') en una jugada clara que resolvió mal, dribló al portero, pero puso el balón en el área pequeña sin mirar, porque allí no había ningún compañero...

Mala elección.- Empezado el segundo tiempo, con el rival replegado, era el momento de tomar decisiones, de arriesgar. Tébar solo esperó 12 minutos para darle entrada a Perona. Era un cambio pedido a gritos, el problema radicaba en elegir al sustituido, él optó por Zazo y se volvió a equivocar. Al mismo tiempo hizo otro movimiento táctico: cerró con tres al fondo, adelantó a Chechu como carrilero con Kike por la izquierda, escalonó a Marcos y Loro por dentro y colocó arriba a los dos delanteros y a Víctor Bravo, que entró por Tacón. Total, un dibujo parecido a un 3-3-1-3. La posición avanzada de Chechu y la triple presencia (Bravo, Aridane y Perona) cerca del área enemiga empujaron hacia atrás al Sanse, que pasó 15 minutos encerrado despejando los centros desde los costados y forzando córners (hasta 10). Pero peligro hubo poco, si acaso un cabezazo de Aridane a las manos del portero en franca ventaja.

En realidad, el equipo local notó el vacío por dentro sin Zazo y se expuso a que el rival sentenciara, tal como sucedió. Fue, paradójicamente, a raíz de otro córner a favor, en el que Tébar dejó a dos defensas lentísimos cerrando en el balance (Medina y Tarantino) y el Sanse salió en una contra tan bien organizada, con tanto sentido como todo lo que hizo el equipo de Álvaro García ayer, Biendi arrancó por un costado (que estaba descubierto), tuvo la virtud de poner el pase al hueco en el momento justo y Portilla encaró y definió con la frialdad y la categoría de un grande. El 0-2, solo un minuto después de que Perona bordeara el empate, fue definitivo, incluso abrió el camino de vuelta a casa a bastantes aficionados locales, que ya no presenciaron el final de la descomposición del conjunto local, que acabó con diez hombres por la lesión de Chechu, tercera baja para el domingo, porque la tarjeta que vio Perona es la quinta.

El parte final de la batalla ante el colista, que presagiaba victoria fácil y buena cosecha de goles es este: segunda derrota en casa, aumento de la distancia con el objetivo a 7 puntos, dos jugadores lesionados, uno sancionado y un intangible crecimiento del descrédito del equipo mirando hacia la meta final. ¿Quién cree ahora que este equipo está para ascender? El proyecto queda muy tocado.