NO HAY límites para soñar. Es el lema de la campaña que a nivel regional inició Cáritas el pasado día 26 de enero. Campaña que tiene un objetivo: buscar colaboradores activos en nuestro Archipiélago, es decir, personas que con pequeños gestos como ser voluntario, hacerse socio, realizar donaciones, etc., contribuyan a mejorar el bienestar de tantas y tantas personas que cada día acuden a las dependencias de Cáritas en estos peñascos del Atlántico y que merecen, cuando menos, que quienes puedan se ocupen de ellas. Porque la situación por la que pasan muchas familias de estas Islas no se la han buscado ellas, sino que les ha sobrevenido como consecuencia de la crisis mundial que nos ha afectado más a unos que a otros.

Voy a facilitarles a quienes quieran colaborar con la campaña cómo pueden hacerlo. En nuestra provincia, llamando al teléfono 922-277-212, o bien por colaboración económica a la cuenta corriente en CajaCanarias 2065-0002-10-1400003968.

El pasado mes de enero, en las páginas de este diario y en el primer párrafo del "Desde Cáritas", decía: "Más vale que no leamos prensa, que no veamos televisión ni oigamos radio, porque entonces sí que nos tirarán por tierra nuestras ilusiones y esperanzas". Pues ha ocurrido. Y, además, que la noticia ha caído no como un jarro de agua fría -que también-, sino como un mazazo sobre miles de familias sin recursos en nuestro Archipiélago. Porque el último día del mes de enero podíamos leer titulares como: "El 35% de los canarios está en riesgo de pobreza y exclusión social". Y aún teniendo conocimiento del dato con anterioridad, viendo ese titular uno siente como un puñetazo en la boca del estómago, deja el cortado sobre la barra del bar, paga y sale de allí cabizbajo y haciendo números que no cuadran, pero con una cifra tan grande que la multiplicación se repite varias veces a ver si hay errores: más de 740.000 personas aquí, entre nosotros, en riesgo de pobreza y exclusión social. ¿Alguien ha analizado eso? ¿Se han parado a pensar que esa cifra representa que casi cuatro canarios de cada diez está en esa situación?

Escalofríos me dan y tristeza, mucha tristeza, porque me hundo ante una familia en esa situación, y tenemos a más de 240.000 familias a punto de caer en la pobreza, si ya no lo están. Porque quien no puede hacer frente al alquiler o hipoteca de su casa en su totalidad no puede afrontar gastos imprevistos, no puede comer carne al menos tres veces a la semana, permitirse una semana de vacaciones al año como mínimo, tener lavadora, televisor en color o un teléfono fijo o móvil..., y ya lo está pasando mal. Pero es que escribiendo estos datos me acuerdo de quienes ni siquiera han podido comer carne desde hace meses..., o aquellas familias que pueden únicamente alimentarse de pan, como tuve la desgracia de ver personalmente y poder contárselo a los incrédulos, que los hay. Y si analizamos los datos facilitados por EAPN, que es la red europea de lucha contra la pobreza y la exclusión social, vemos que hemos dado un salto brutal en un año, porque de 567.520 personas (27,6%) en pobreza en el año 2009, hemos ascendido a 647.212 (31,1%) en 2010 y a 743.840 (35%) en 2011; el 7,7% más en dos años.

Y ya, cuando uno lee el testimonio de un estudiante de la Universidad que dice: "Hoy, mientras iba a coger el coche para ir a la Universidad, he visto a un chico más o menos de mi edad, vestido con ropas viejas, con una bicicleta vieja, y con una caja atada a la parte de atrás, buscando de contenedor en contenedor de basura algo que le pudiera resultar de utilidad para comer o vender". O escucha: "Hoy por hoy, los jóvenes no tenemos futuro en nuestro país". Eran palabras de una licenciada en Económicas en paro, comiendo en un comedor social de Madrid. ¡Qué tristeza!, ¡qué pena!, ¡qué vergüenza!, que una joven de 29 años diga esas palabras... Estamos en la España del "apañado" que te reparaba desde el cubo de zinc hasta el zapato roto... hace sesenta años. Hemos retrocedido en el tiempo y veo de nuevo aquella España triste, aquellos hombres sin futuro, aquellos jóvenes que dejaban los estudios y entraban de aprendices para eso, aprender un oficio que les permitiera ayudar en la economía familiar. Hemos sido malos estudiantes y no hicimos los deberes adecuadamente, nos los hicieron otros (o nosotros, pero copiando). Del comprar-tirar-comprar estamos en el "si compro y se rompe, reparo y sigo usando". De la llamada telefónica que nos hacía el comercial de un banco ofreciéndonos cientos de euros a pagar como quisiéramos, a la llamada del director de ese banco amenazándonos con los servicios jurídicos porque debemos tres cuotas de la hipoteca, o la cuenta lleva un mes en descubierto. Del gastar y gastar, comer fuera todos los fines de semana, al mal comer para ahorrar, porque "no se sabe qué pasará".

"Si, como parece, estamos condenados a ser otra vez pobres, nos conviene recuperar la estampa de las mujeres y los hombres sin abrigo que cruzaron el frío de nuestra infancia. No para asumir que tendremos que volver a vivir como ellos, sino para aprender las lecciones que podamos extraer de su experiencia. En el umbral del pavoroso abismo que se lo traga todo, las fotografías antiguas se tiñen de una pequeña y profunda ternura. A los españoles no se nos ha dado bien ser ricos, pero hemos sabido ser pobres con dignidad durante muchos siglos, y aquí seguimos estando", decía en un artículo Almudena Grandes. Y no le falta razón.

De nuevo, como la esperanza es lo último que debemos perder, "no hay límites para soñar". Les agradezco que nos ayuden para ayudar, porque muchos esperan un algo, aunque sea poco, de quienes tienen un algo más que ellos y quieren compartir con ellos un poco. Gracias