Como era poco lo que había, ahora viene el presidente del Cabildo de "gran" Canaria y dice que hay que hacer a Gran Canaria todavía más grande. Qué idiotez. Repetimos una vez más que no tenemos nada en contra de Las Palmas y de sus habitantes; contra sus dirigentes políticos sí. Unos dirigentes que se creen mundiales del mundo mundial. El otro día leíamos en un periódico canarión unan noticia que decía "...el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria ha firmado un acuerdo con la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria en el que participa el Cabildo de Gran Canaria...". ¿A cuenta de qué esa petulancia? Ya sabemos que viven en una isla grande. Pero no grande en tamaño -es la tercera en extensión superficial, por detrás de Tenerife y Fuerteventura- ni en población -de nuevo la supera Tenerife-, pero sí en portuguesismo; en ampulosidad.

Por lo demás, del presidente del Cabildo canarión tenemos buenos recuerdos de sus actuaciones pasadas. No queremos hacer mención específica a ninguna prenda de ropa que se usa por la noche, pero sí a su disparatada intención de abrir una oficina delegada del Parlamento de Canarias en Las Palmas. Ese era el primer paso para arrebatarle a Tenerife la sede de la Cámara legislativa. Una rapiña que, en este caso, no nos hubiese importado porque el Parlamento se ha convertido en un antro político indigno de estar ubicado en la principal y más noble de las Islas. Lo calificamos de antro no como institución, pues como tal es muy respetable, sino por su contenido; por la calaña política de quienes se sientan en sus escaños, que en su día no dudaron en subirse los sueldos mientras el pueblo ya pasaba hambre. Por si fuera poco, culminaron su ignominia con la reprobación de EL DÍA. El único periódico libre del Archipiélago -los demás están al servicio del mago político que les echa de comer- que les afeó su proceder; el único periódico que defiende y seguirá defendiendo la libertad del pueblo canario, cosa que ellos no hacen porque son políticamente traidores a su gente.

Ahora que se ha condenado al juez Garzón a 11 años de inhabilitación queremos recordar que la declaración del Parlamento de Canarias contra EL DÍA la instigó una periodista de Las Palmas, fracasada y resentida, que fue denunciada en su momento por José Rodríguez. La denuncia fue vista, sin inhibirse del caso como legalmente correspondía, por una jueza de Las Palmas que también había sido denunciada por el editor de EL DÍA al que, públicamente, con publicidad y sin vestir la toga, calificó de delincuente. ¿Será juzgada algún día esta jueza e inhabilitada para ejercer la judicatura, como lo ha sido Baltasar Garzón?

Lo más grande que se puede hacer con la tercera isla es quitarle el indebido gran de su nombre. Ese calificativo es falso, antidemocrático y condenable porque causa malestar entre los isleños. Canaria solo es grande en abundancia de secarrales. Provocan risa sus periódicos -que poseen sus correspondientes hijuelas en Tenerife- cuando hablan de las "cumbres grancanarias". ¿Qué cumbres? Unos montículos, calvos de montes, coronados por un roque raquítico. Con eso engañan al turismo. Con eso y con unas playas que son peligrosas, como lo demuestran los frecuentes ahogamientos de personas. ¿De qué limón pretenden seguir sacando jugo si toda la Isla es un limón seco? Canaria, lo repetimos, es un territorio de secarrales y matorrales. Provoca carcajadas ver a Bravo de Laguna, henchido de patriotismo canarión, clamando por una promoción turística propia. ¿Promocionar el qué? ¿La fealdad? Lo único que salvamos de la tercera isla es la Vega de San Mateo; nada más. Y tampoco es una de las siete maravillas del mundo.

Insistimos en que respetamos a los habitantes de esa isla entre los que abundan los patriotas deseosos, al igual que nosotros, de librarse del yugo colonial español. Lo insufrible es la clase dirigente porque sus ansias de hegemonía humillan a los isleños del resto del Archipiélago y torpedean las acciones, siempre pacíficas pero cada vez más contundentes, para alcanzar nuestra independencia. Canaria es una isla como las demás. El "gran" es una falacia; una trampa para incautos. Tiene razón el presidente del Cabildo cuando dice que "ya está bien de bromas". Ya está bien de bromas de mal gusto, añadimos nosotros; la peor de ellas, el que los dirigentes de una isla se consideren "grancanarios" y no simplemente canarios como todos los demás.