EL martes 13 de esta semana ha sido un día a la vez fatal y feliz para esta casa editora de EL DÍA. Fatal por los embates que sufrimos tanto en el Parlamento de Canarias -convertido de nuevo en un antro político por culpa de un Barragán y de un déspota cada vez más solo y desesperado-, como en un juzgado de Las Palmas. En ambos lugares se acusó a José Rodríguez de graves delitos. Unas imputaciones que no pueden quedar sin respuesta legal por nuestra parte. Así lo anunciamos en nuestro editorial de ayer y así lo reiteramos hoy. Un día también feliz, como decimos, por las múltiples adhesiones que hemos recibido de nuestros lectores y simpatizantes. Muchos de ellos no se explican cómo no han dimitido todavía Paulino Rivero y su esposa, la goda Ángela Mena. No nos extrañaría que esas personas, cansadas de tanto desmán, terminen por echarse a la calle como ha sucedido en los países árabes regidos por dictadores, ya que en Canarias estamos viviendo una dictadura política y hasta judicial como no se conoció en España con el caudillo, ni siquiera en Rumanía en la época del conducator y su esposa. Porque el mentecato, inepto, necio, torpe y payaso político que preside el Gobierno de Canarias pese a haber perdido las elecciones no puede seguir en su puesto después de haber cometido, nada menos que en el Parlamento, el delito de acusar a José Rodríguez de hechos de los que él y su empresa han sido precisamente las víctimas de una actuación política a todas luces arbitraria.

Conocíamos la catadura de Rivero porque ya nos engañó una vez y, al no conseguir hacerlo en un segundo intento con el asunto de las aguas (en nuestro editorial del domingo hablaremos ampliamente de las supuestas aguas canarias), la emprendió contra José Rodríguez y le quitó una emisora de radio muy benemérita para todo el Archipiélago. Ahora sabemos que les ha dicho a sus colaboradores que, o José Rodríguez, o él. Ya veremos quién resiste más.

No nos importan estos ataques, viniendo de quienes vienen, pero nos entristece el hambre y las penurias de los canarios. Porque muchos isleños pasan hambre. Y otros se mueren esperando a que los atiendan en los hospitales. Y los jóvenes tienen que emigrar porque aquí no hay futuro para ellos. No lo hay por culpa de un inepto que, incapaz de resolver estos problemas, o por lo menos tener la decencia de dimitir (y exiliarse) para que otra persona, hombre o mujer, más capacitado que él y que su señora esposa ocupe su lugar y resuelva los gravísimos problemas que tenemos, trata de esconder su necedad bajo el manto de los ataques de EL DÍA. Sepa el mago de una vez que el pueblo no es idiota. Por eso ha castigado a CC como lo hizo tanto en las elecciones autonómicas y municipales como en las generales, donde la quícara se ha quedado sola en Madrid (el diputado de Nueva Canarias-Nueva Gran Canaria no es de CC, sino un canarión al servicio de Román Rodríguez).

El señor Rivero también trata de prodigarse en Madrid para hacerse querer por el PP. Vano intento, pues en el PP también lo conocen; lo están viendo venir y se ríen de él, porque es un indígena que no sabe ni hablar; un nativo de las colonias, aunque vista traje en vez de taparrabos. ¿Por qué no dimite este hombre de una vez y deja de avergonzarnos, y sobre todo de arruinarnos, a todos los canarios? ¿Por qué su propio partido, en el que todavía quedan nacionalistas auténticos aunque pocos, no lo echa a empellones y lo meten en un barco o en un avión camino del destierro?

Es inconcebible que en estos tiempos haya tantos sinvergüenzas pululando no ya por el mundo, sino incluso en este pequeño mundo que son las Islas Canarias. ¿Cómo es posible que siga tan campante un señor cuya profesión, desde que fue expulsado del seminario por "determinadas" circunstancias, no haya sido otra que la de insultar a las personas decentes? ¿Cómo puede atreverse este individuo a llamar xenófobo y racista al editor de EL DÍA en medio de un juicio, ante un juez y una fiscal, sin que se haya sido detenido ipso facto y enviado a prisión para que le haga compañía a otros sujetos de su misma condición? Está en marcha la querella criminal que presentará contra él José Rodríguez. Ya veremos cómo se defiende él o lo defiende su compañera, la jueza Rosell, denunciada previamente por el editor de este periódico ante el CGPJ, también por calificarlo de delincuente públicamente y con publicidad.

Creemos en la Justicia y sabemos que la inmensa mayoría de los jueces y fiscales son justos y honestos. Lástima que unos pocos gusanos, al igual que ocurre en el Parlamento de Canarias, estén pudriendo a estas Islas como una manzana bichada.