DESPUÉS de su segunda derrota electoral frente a Zapatero, Mariano Rajoy fue puesto a caer de un burro por quienes antes lo habían apoyado. Las hemerotecas atesoran muchos ejemplos, pero quizás el ataque más significativo y cruel fue el de Pedro J. Ramírez, director de El Mundo, en su artículo "El síndrome de Poulidor", publicado el 13 de abril de 2008.

Gran aficionado al ciclismo, igual que Rajoy, Pedro J. elabora una hábil y despiadada metáfora a partir de la mítica ascensión al Puy de Dôme en la vigésima etapa del Tour de Francia de 1964. La victoria de etapa fue para Julio Jiménez, "el Relojero de Ávila", pero la general se la disputaban dos corredores franceses, Jacques Anquetil y Raymond Poulidor. El interés del duelo transcendía lo estrictamente deportivo, porque cada uno de ellos simbolizaba un modelo diferente de sociedad. Anquetil, jersey amarillo y ganador de las tres ediciones anteriores, era el paladín de la Francia urbana, de la modernidad y las nuevas ideas. Poulidor, el aspirante, era el héroe conservador que representaba los valores tradicionales de la Francia rural.

Durante la ascensión al coloso se libró una batalla épica. Poulidor atacó a su rival hasta tenerlo contra las cuerdas, pero no pudo o no supo rematar la faena y Anquetil conservó el jersey amarillo, que ya luciría hasta París. Arreciaron las críticas sobre Poulidor y, al margen de las cuestiones tácticas, la conclusión unánime fue que existía una barrera psicológica entre ambos corredores. Anquetil era un ganador nato y Poulidor no lo era. No se trataba de un problema de aptitud, sino de actitud.

Tras la retirada de Anquetil, Poulidor volvió a subir seis veces más al podio de París, pero nunca a lo más alto. Acostumbrado a no ganar, se conformó con explotar su papel de elegante perdedor, víctima de un fatal determinismo, y se convirtió en el paradigma del "eterno segundón". Su apellido dio lugar al término "síndrome de Poulidor" o "poulidorismo".

Pedro J. finaliza su artículo recordando que la única victoria importante en el palmarés de Poulidor fue la Vuelta a España de 1964. Fue un triunfo de andar por casa, porque solo participaron ochenta corredores y ninguno de primera fila. Tan poco brillante como se prevé el triunfo de Rajoy sobre el esforzado gregario Rubalcaba, el próximo 20N, una vez que Zapatero, exhausto aunque vencedor en dos ocasiones, se ha bajado de la bicicleta.

Rubalcaba, con la misión imposible de evitar una debacle histórica del PSOE, difícilmente mantendrá el liderazgo de su partido tras la derrota electoral. Pero si consigue obrar el milagro, caerá sobre Rajoy la espada de Damocles que pende sobre su cabeza: el "síndrome de Poulidor".