Las bibliotecas han debido enfrentarse a numerosos cambios a lo largo de su historia. Actualmente están inmersas en el que probablemente sea el más drástico de ellos: el progresivo arrinconamiento de la información física en papel en favor de la documentación digital. Pero, de la misma manera en que "la más antigua de las instituciones de la memoria" -así la define el director de la Biblioteca de la Universidad de La Laguna, Gonzalo Rey Pinzón- ha sobrevivido a todos los retos que se le han planteado hasta ahora, también lo hará en esta ocasión, pese a la inevitable "perplejidad por el futuro" en que están sumidos algunos de sus gestores.

En el proceso de automatización, las bibliotecas universitarias se adelantaron, incluso, a los bancos, recuerda Rey Pinzón. Esa experiencia hace pensar que tienen mucho terreno ganado. En el caso de la ULL, el proceso ya está en marcha. "Todo apunta a que vamos hacia un acceso a la información cada vez más universal y transparente", opina el director del centro, inmerso en plena migración a lo digital en unos tiempos en que "el papel está dejando de cumplir su papel" y se hace preciso preservar los contenidos.

La biblioteca de la ULL está en trámites de crear un repositorio institucional, un archivo digital que incluya tesis y resultados de investigación, material docente y didáctico, trabajos de fin de carrera y todo tipo de documentación. Este instrumento debe satisfacer determinadas condiciones: ser accesible desde cualquier otro repositorio y permitir la recolección de sus datos para que formen parte de otros archivos más amplios.

"Tenemos ya algunas cosas, como las tesis doctorales, en un repositorio en abierto. Se ha elaborado un informe en el que se basará la toma de decisiones acerca de cómo va a ser y cómo se estructurará y que prevé la creación de una comisión transversal que implique a varios vicerrectorados. Espero que este curso sea una realidad", expone Gonzalo Rey Pinzón.

Si en 2001 el número de ordenadores con acceso a internet en la biblioteca de la Universidad de La Laguna no superaba los cinco, ahora alcanza los 450. Un 12% de los puestos de lectura está informatizado, "y se sigue avanzando", apostilla el director del centro, de la mano del Servicio de Software Libre de la institución académica. Los equipos informáticos son, incluso, objeto de préstamo: hay más de cien ordenadores portátiles y unos cuatrocientos "pen drive" que los usuarios pueden llevarse a sus casas.

Los libros, con todo, siguen siendo la esencia de la biblioteca y su cara más visible. Si todas las estanterías se pusieran en fila se extenderían a lo largo de 40 kilómetros: hay 20 kilómetros "en abierto" y otros 20 en depósito.

Al margen de la gestión de los fondos y del proceso de digitalización y adaptación a los nuevos tiempos, el centro realiza una intensa labor de formación en competencias relacionadas con la información, en la que es, según Rey Pinzón, "líder nacional".

Este trabajo se desarrolla de forma especial con alumnos de nuevo ingreso, aunque también se ofrece formación más especializada a estudiantes de posgrado o reciclaje de competencias al profesorado y el personal de administración y servicios, especialmente al de la propia biblioteca.

"Ese trabajo es tan importante que a la ULL se le ha solicitado un convenio, al que se han sumado universidades españolas e iberoamericanas para ceder nuestro modelo y crear un grupo de trabajo de mejora conjunta", detalla el director de la biblioteca universitaria. Las actividades de formación han beneficiado a más de 7.000 alumnos en los últimos años.

Pese a los muchos servicios que presta, la biblioteca no es suficientemente conocida por toda la comunidad universitaria, según su director. "Cuando los usuarios vienen les informamos, pero ¿qué hacemos con los que no vienen? Hay que ir donde están". Con esta idea, ha puesto en marcha un plan de difusión que ha incluido visitas centro a centro y elaboración de audiovisuales informativos y con el que la biblioteca de la ULL aspira a ser aún más útil a trabajadores y personal de la institución.