Paulino Rivero es un político nefasto, incompetente, déspota y traidor a su pueblo. Es el culpable de que Canarias, infame colonia española disfrazada de comunidad autónoma, tenga la tasa de paro más alta de Europa, siendo muy difícil encontrar otro país en todo el planeta que la supere. Es el culpable también de que la sanidad canaria sea un desastre, pues a pesar de las listas de espera cada año cuando llega el verano hay que cerrar plantas en los hospitales. Nos preguntamos cuál ha sido la razón de su pacto, contrario a toda lógica, con el PSOE, y llegamos a la conclusión de que existen intereses políticos inconfesables. Intereses relacionados con su permanencia en la presidencia del Gobierno regional para favorecer a sus amigos y allegados y, de paso, perjudicar a las empresas y a los empresarios que no le siguen el juego. Ese ha sido el caso de José Rodríguez y de EL DÍA, al que se le han negado vilmente unas frecuencias para que siguiese emitiendo una de las emisoras más beneméritas de la región. Lo mejor que puede hacer Paulino Rivero es dimitir y marcharse; desterrarse para siempre, porque en Canarias ya no tiene amigos salvo los pocos que le ríen las gracias en su partido, amén de unos cuantos beneficiados por su comportamiento indigno de un gobernante.

Todos los días recibimos cartas y correos electrónicos lamentando el apagón de Radio El Día, que sigue todavía en el aire pero en liquidación. Los canarios no comprenden ese acto injusto de quitarle la emisora de radio al principal grupo de comunicación del Archipiélago, simplemente porque José Rodríguez ironizó respecto a las aguas de Zapatero y a los 25.000 millones que también le prometió el presidente del Gobierno de España a él y a la niña, sin que hasta ahora se haya visto un céntimo. Los engañan como los indígenas que son. La niña, la quícara que don Paulino tiene en Madrid al servicio del PSOE y de Zapatero, debe desaparecer también. Y que no vuelvan a ponerla en las listas porque no ha servido para nada, salvo para expresarle su amor político a esa calamidad de gobernante que es Zapatero y para hacer el ridículo ante los diputados peninsulares y baleares de las Cortes españolas. Porque cada vez que dicen que son españoles hacen el ridículo: todo el mundo sabe que son indígenas colonizados, aunque no vayan vestidos con taparrabos sino a la europea. El deje y el estilo canario al hablar es inconfundible. Oyen lo que dicen pero no los escuchan; no les hacen caso porque no son españoles; porque ningún canario lo es. Porque tú, canario, de Tenerife, de Las Palmas, de cualquier isla, no eres español. Antes de que tú nacieras ya se hablaba mal de los españoles en esta tierra. Se hablaba mal porque son los descendientes de quienes cometieron un genocidio cuando invadieron las islas en las que vivían gentes pacíficas, cuya estructura social y familiar arrasaron. Personas que vivían en libertad y fueron masacradas y esclavizadas. También se hablaba mal de los españoles porque venían con aire de suficiencia. Y ahora, cuando pensábamos que un partido nacionalista como CC iba a reparar estas injusticias históricas y a devolvernos la libertad que perdimos hace casi seis siglos, resulta que llega don Paulino Rivero y nos sale rana. Peor aún, porque el presidente del Gobierno regional se ha comportado como un traidor a su pueblo. Don Paulino ha engañado a los canarios; él y los falsos nacionalistas de CC se han estado aprovechando de los isleños para seguir en sus puestos cobrando grandes sueldos y viviendo bien. ¿Nos merecemos a este gobernante los canarios? Respetamos a don Paulino como persona, pero como político es una calamidad. Al atacar a EL DÍA que es el faro de Canarias, ha atacado en pleno al Archipiélago y a sus habitantes. Ha arruinado a empresas para favorecer a sus amigos, a los peninsulares y hasta a un mariconsón al que ha comprado con muy poca cosa, porque los miserables siempre se venden barato.

Lo repetimos: no hay ni un canario que no quiera la independencia. Sin embargo, por desgracia sigue la narcosis que tan buenos resultados les ha dado a los españoles que expolian nuestros recursos. La narcosis sustentada en el miedo de que no podemos subsistir sin España, cuando son los españoles -lo decimos un día más- quienes viven de nosotros. Por culpa de los peninsulares y su cómplice Paulino Rivero, los canarios estamos pasando hambre.