CORAJE, imaginación, esfuerzo colectivo y compromiso diario con la lucha de liberación, con la cual estamos engarzados los patriotas desde hace ahora cuarenta y siete años, es lo que nos hace falta en estos momentos históricos que estamos viviendo para arrancar nuestros justos y legítimos derechos nacionales.

La chispa que encenderá la mecha de la independencia puede llegar en cualquier momento y cuando menos se lo esperen los colonialistas y sus esbirros autonomistas. Fíjense lo que pasó en Túnez, con el suicidio de un trabajador autónomo al que se le impedía trabajar y al que un agente de policía del dictador tunecino abofeteó en medio de la gente por no doblegarse a pagar a las mafias del presidente dictador Ben Ali y su mujer Leila Trabelsi. Esto encendió la mecha que acabó con el odiado dictador tras treinta y cuatro años de dominio, extorsión y dictadura; el pueblo se echó a las calles, sin distinción de clases, mujeres, niños y hombres; familias completas estaban en las calles a pecho descubierto y en pocos días acabaron con el dictador tunecino, aunque cayeron 243 mártires y 1.300 heridos por balas de la policía secreta de Ben Ali. Tal fue la Revolución del Jazmín de 14 de febrero de 2011.

Los mártires de Thala, Kaserine, Tajerouine, Tunez, Kairouan Sfax cayeron heroicamente hace unos meses cumpliendo su misión histórica para con la patria y sorprendieron al mundo mediterráneo africano y a los musulmanes con esta llamada Revolución del Jazmín, cuyas repercusiones tuvieron lugar enseguida en las dictaduras libia, egipcia, yemenita e incluso siria, que esperamos terminen con todas las dictaduras de la zona. Como venimos de estar estas semanas de agosto en medio del pueblo tunecino que respira la libertad, sabemos lo que es un pueblo sometido y un pueblo libre. Túnez alcanzó la independencia de los franceses en 1956, después de años de resistencia y luchas, y desde este año sirvió de base de apoyo y aprovisionamiento a la lucha de liberación del pueblo argelino, como hoy sirve de refugio a casi medio millón de refugiados libios, que han huido de la dictadura de M. El Khadafi y familia, y a los revolucionarios libios que por fin han eliminado de Libia, tras cuarenta y dos años de dictadura, al dictador beduino, sus mafias e hijos, dictadura liquidada por los revolucionarios libios, empuñando la bandera de la independencia, con la que los libios senussi combatieron contra las tropas fascistas de Mussolini y apoyaron a los ingleses, que combatían a las fuerzas alemanas del general Rommel. Un pueblo en armas que se ha echado a la calle bajando de las montañas o rebelándose en los barrios contra el clan beduino de los Khadafi, su guardia personal y sus mercenarios, que han acabado con este coronel que llegó a declararse rey de reyes africano y pensaba dejar en herencia a sus hijos la sagrada tierra libia.

En 1969, un grupo de militares encabezados por Mouamar El Khadafi depuso al viejo rey Idris, mientras se hallaba haciendo unas curas en Turquía, héroe de la lucha por la independencia que había luchado contra los italianos de Mussolini y los tanques de Rommel, y que al final de la guerra los aliados dieron la independencia en 1951. Al principio, el grupo de militares golpistas hizo política progresista de apoyo a las luchas de liberación africanas, aunque siempre antes que nada se declaraba líder árabe y musulmán, y en el interior llevó a cabo una liquidación de los imazighen berberes libios, impidiendo todo lo que fuera cultura libia de los imazighen del desierto y de las montañas de Djebel Nefusa.

Su política empezó a desvariar cuando ofrecía millones de dólares a dirigentes cristianos africanos para que se convirtieran al islam, como hizo con el presidente del Gabón, que por cinco millones de dólares se hizo musulmán adoptando el nombre de Omar Bongo, uno de los más corrompidos presidentes africanos, ya fallecido, pero que dejó en herencia a su hijo para desgracia del Gabón. Otra de sus desviaciones fue enviarle a Idi Amín, el dictador criminal de Uganda, la cantidad de diez millones de dólares para que se hiciera musulmán bien pagado, lo que hizo el dictador ugandés, el cual al final de su gobierno, y después de los innumerables crímenes que hizo, tuvo que huir, refugiándose en Libia, acogido por su amigo el coronel Khadafi.

Personalmente conocí y hablé con el coronel Khadafi tres veces, preguntándome la primera cuál era el origen de los guanches; le dije que eran bereberes originarios de Libia, Túnez, Marruecos, traídos a Canarias por los cartagineses durante el periplo de Hannón, aunque ya los fenicios habían poblado algunas islas en sus expediciones. Me preguntó si eran musulmanes, pero, por suerte, le dije, que eran los únicos bereberes donde nunca llegó el islam, cosa que no apreció. Después me dijo cómo escribían y le dije que los guanches escribían en tifinagh; entonces me puso una hoja de papel en la que le escribí mi nombre en tifinagh antiguo y que él guardó. Le dije también, la segunda vez que lo encontré en Trípoli, durante la conferencia de ministros de Asuntos Exteriores de la OUA, en febrero de 1978, que en julio de 1968 la delegación libia del rey Idris, en Argel, en la sexta conferencia de jefes de Estado de la OUA, había apoyado con bastante fuerza la declaración solemne de la OUA, de 20 de julio de 1968 sobre la africanidad de Canarias, por lo que no debería escuchar a la delegación española que había llegado a Tripolí, conducida por don Juan, padre del rey español Juan Carlos, para que Libia no apoyase al MPAIAC para llevar el caso de Canarias a las Naciones Unidas.

Los españoles habían enviado el buque de pasajeros "Toledo", completamente nuevo, que acababa de ser votado al agua en una expedición dirigida por don Juan de Borbón, padre del actual rey de los españoles, para que sirviese de hotel a las delegaciones de la OUA en dicha conferencia, pues sabían que el MPAIAC contaba con casi todos los apoyos africanos, por lo que tuve que intervenir personalmente ante el coronel libio, y contando con el apoyo de los ministros libios de Asuntos Exteriores Ali Triki, amigo personal, y las delegaciones argelinas de África del Sur, de Zambia y otras, pudimos acabar con la maniobra monárquica española.

En 1986, el Gobierno libio invitó a una delegación del MPAIAC diciendo que iba a ayudar a su recién constituido brazo político, el CNC, pero los acuerdos adoptados se empezaron pero no se continuaron por la intervención de los agentes de los servicios españoles infiltrados y porque el coronel había empezado a enviar parte de su fortuna personal a los bancos españoles y a la compra de inmensas propiedades terrenas en Andalucía, que después fueron controladas y administradas, hasta hace pocos meses, por el expresidente del PP Aznar. Posteriormente, M. El Khedafi empezó con su política de atentados contra aviones civiles, como el avión francés que salió de Congo Brazzaville y, sobre todo, el terrible atentado de Lokerbie encima de Inglaterra. Desde ese momento se convirtió en terrorista de Estado internacional, mientras en el interior comenzaba la política de fusilamientos a diestro y siniestro o la condena a muerte de las enfermeras búlgaras. Al cabo del tiempo, la presión internacional le obligó a reconocer su autoría en el atentado de Lokerbie y a que indemnizara con miles de millones a las víctimas. Desde ese momento, y con su nueva política pro imperialista occidental, se le recibió en todas las capitales europeas con sus jaimas y abrazos de todos los jefes de Estado y protección en África a las dictaduras de Ben Ali y Moubarak o su amigo el dictador sirio, que hoy en día asesina todos los días a su pueblo. Además, en su día se le introdujo en la Internacional Socialista, a base de buenos cheques y cerrar los ojos contra la represión interior en Libia, pero como era un buen comprador de armas y toda clase de armamento prohibido, como las bombas de racimo españolas, pues había que olvidar todo, incluso que era un dictador a vida que quería dejar herederos a su familia y que incluso se hizo llamar hace unos años rey de reyes africanos.

Nuestros amigos libios del interior y todos los que representaban la cultura y la lengua tamazgha nos advertían de su política antiafricana contra las tribus libias berberes, así como de la inmensa fortuna del coronel y familia puesta en los bancos extranjeros, siempre a su nombre personal. Los países y repúblicas suramericanas de izquierdas no se enteraban de nada y hablaban del socialismo libio y de las reformas sociales del país sin haberlo visitado nunca, y se le recibía entre besos y abrazos como un buen dictador militar moderno. Pero la realidad era otra, y ya a principios de año empezamos a denunciarlo en una serie de artículos en el periódico independiente EL DÍA y en el órgano del CNC El Guanche, como así consta.

Tras la caída del dictador tunecino Ben Ali, amigo y protegido de El Khadafi, las cosas han cambiado para bien en Túnez. Desde que el país se independizó de Francia en 1956, los gobiernos árabes tunecinos se habían dedicado a marginar la cultura bereber, imponiendo una arabización a la fuerza como en Libia. Tras el derrocamiento de la dictadura, se han constituido organizaciones que agrupan a los militantes berberes tunecinos, como en la Asociación Cultural de Amazighs de Túnez (ACAT) y el Congreso Cultural de Amazighes de Tunez (CCAT), para reivindicar esta cultura, la más antigua de la región. El régimen de Ben Ali admitía a los berberes tunecinos como un rasgo folclórico del país, pero la lengua estaba prohibida, como en Libia, y se imponía por la fuerza la cultura arabo-islámica. Actualmente, los imazighen de la isla de Djerba, de Bizerta, Duiret, Nabeul, Matmata, Tamezret, Tatauin, Zeraua, Tauyut y Túnez se pueden reunir tranquilamente y un porvenir brillante se prepara. Lo que a nosotros los canarios nos interesa es que de allí los fenicios y los cartagineses trajeron a la masa principal de los guanches. De aquí puede salir la futura Gran Federación Norteafricana, que sustituirá a la fracasada Unión de Maghreb Árabe (UMA).

Lo que está pasando en África del Norte nos interesa en extremo, pues significa que cuando el pueblo quiere y se lanza a la calle obtiene lo que quiere, a pesar de las víctimas. En Canarias estamos en otro proceso, y estos movimientos populares nos animan a recuperar en las calles, con continuas manifestaciones pacíficas, el derecho a nuestra descolonización, reclamar los justos y legítimos derechos nacionales que nos pertenecen en tanto que pueblo africano colonizado. Cuantos amigos y compañeros tunecinos y libios con quienes hemos convivido en estos días en Túnez nos decían que cuándo íbamos a manifestarnos en las calles para arrancar lo que nos pertenece, como habían hecho sus pueblos. Que toda la opinión pública está con los canarios, pero son los canarios los que han de luchar por la independencia, que esta no es una breva que cae de madura, sino que hay que pelearla y ganarla como han hecho todos los pueblos colonizados.

El CNC envió, el miércoles 24 de agosto, un mensaje oficial al Consejo de la Revolución del CNT libio diciendo: "Azul, en nombre del pueblo canario y de nuestro Movimiento de Liberación Nacional Africano, el MPAIAC, en lucha por la independencia de Canarias, colonizadas por España, enviamos nuestras más sinceras felicitaciones al pueblo revolucionario libio, que ha terminado con el dictador Khadafi y liberado la villa de Trípoli. ¡Viva Libia, viva el CNT y viva el pueblo revolucionario libio! Fdo: Antonio Cubillo, presidente del CNC, brazo político del MPAIAC".

Canarias va a arrancar su República Federal Canaria, laica y social, y va a poder estar en el seno de las Naciones Unidas, pero debemos tener los independentistas las cosas bien claras. El adversario ya lo conocemos hace seis siglos, la corona española, pero también debemos saber que los enemigos los tenemos dentro, y estos son los que impiden nuestra libertad. Estos momentos de crisis en la propia metrópoli debemos aprovecharlos, como los patriotas americanos aprovecharon las entradas de las tropas francesas de Napoleón en España para romper las cadenas que los unían a la lejana metrópoli. ¡No perdamos la ocasión!

el MPAIAC

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