Poderoso caballero es don Dinero

(Francisco de Quevedo)

EL DINERO es un invento, una ficción, una ilusión; fruto de la credulidad, de un consenso místico e universal que otorga valor a una moneda o a un trozo de papel impreso. No fue el fuego ni el habla ni la condición bípeda: el empleo del dinero nos diferenció de las bestias en nuestro periplo como especie sobre este planeta. El triunfo de la evolución económica sobre la evolución genética; el hombre deja de ser animal.

La aceptación del funcionamiento del dinero nos aleja del sistema natural, del terrible mecanismo de la selección natural y de los equilibrios ecológicos. En nuestra sociedad protegemos a los débiles, individuos que en la naturaleza salvaje no habrían tenido ninguna oportunidad. Ascendimos al puesto de espectadores de la crueldad del juego entre depredadores y depredados, cómodos desde el sofá, en los documentales de La 2.

El dinero sirve para ponernos en marcha y trabajar, para ahorrar en previsión de lo que pueda ocurrir o queramos hacer en el futuro, para comprar, para comer, para vestir, para mantenernos sanos (vivos), para ejercitar los sentidos y disfrutar de los placeres.

Una cebra en la sabana, para sobrevivir, no tiene que correr más rápido que los leones, sino más rápido que cualquier otra cebra. Nosotros usamos el dinero para auxiliar a quienes de otro modo caerían en las fauces de las fieras. Mediante el pago de impuestos podemos dotar a la cebra más lenta de una buena escopeta que obliga al león a cambiar de menú.

Qué razón tienes, amigo liberal, en defender el sistema capitalista y el dinero que, como vemos, está inventado para proteger a los débiles (qué cosa). Entretenidos en conseguirlo y en gastarlo vivimos, conseguimos nuestros logros, amamos y tratamos de ser felices.

Y evoluciona. Surge toda una ciencia en torno al invento. Y la abstracción llega a tal extremo que el dinero se convierte en virtual, como apunte en un cuaderno, como "byte" que circula por las redes, en transacciones imposibles por su velocidad, operaciones superpuestas en el tiempo y en el espacio. Incluso sin control.

Y en cada vuelta que da, el dinero debe repartir su parte para el fin primigenio, ese que nos libera de las cadenas de la ley de la selva..., por si un día es usted la cebra más lenta.

El uso del dinero negro, la existencia de paraísos fiscales, la defraudación de impuestos, el despilfarro del dinero público, la especulación de los mercados financieros son crímenes de lesa humanidad, muchas veces consentidos y justificados, y tantas otras en las que actuamos como colaboradores necesarios. Luchar contra el fraude es cuestión de supervivencia.

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