La Laguna no solo es una ciudad que se caracteriza por su patrimonio histórico sino, además, por un gran componente legendario, que se concentra en el Monte de San Diego, donde existe el conocido como Muro del Diablo, el cual, a lo largo de la historia, ha sido reconstruido y siempre acaba derruido. La tradición oral, e incluso algún documento, lo atribuye al Príncipe de las Tinieblas.

Siguiendo el lateral izquierdo del exconvento de San Diego (mirando dicho inmueble de frente) se sube una larga pendiente en cuya parte superior, según se gire a la derecha, aparece el muro "diabólico" con las piedras y bloques bien labrados en el suelo, dejando un espacio abierto como para que pase la gente.

Lo curioso es que las piedras siempre caen hacia fuera, lo cual ha sido interpretado, a lo largo de los años, como que Satanás es quien tira el muro para que entren las brujas para bailar en las noches de aquelarre. No deja de ser significativo que, al atravesar el muro, aparece el Llano de las Brujas y, a poca distancia, la Cueva del Diablo.

Este lugar fue utilizado por las brujas por estar cerca de un convento, ya que siempre en los rituales esotéricos tiene que haber un contacto del mundo del bien y con el del mal, simbolizados por los monjes y las brujas, respectivamente, y próximo a donde se encuentra Jesucristo, presente en la ermita del convento. Hace 30 años, al visitar el Llano de las Brujas un grupo de personas asegura que oyó la voz de una niña que se mostraba muy alegre y se dejaba oír por todos lados.

El jueves 28 de este mes, visitó el lugar el grupo de investigación parapsicológica Clavesiete, que se caracteriza por la profesionalidad y al seriedad de su trabajo. Allí estuvieron el responsable del grupo, Fernando Álvarez; Any Torres, Carlos Soriano y Juan Carlos Antúnez, junto a las dos "sensitivas" (personas que ven lo que otras no perciben) Olga Pérez y Josephine Mateos.

La primera de ellas fue la que, nada más llegar, afirma que vio a la niña con sus 7 años de edad y la sintió detrás. Según ella, la niña luego tocó el pelo a su compañera Josephine y le dijo: "Ven a jugar conmigo".

Traspasando el Muro del Diablo y entrando en el Llano de las Brujas, circundado por brezos y eucaliptus, con una bella panorámica de La Laguna al fondo, se llega al punto donde supuestamente, y siempre según las leyendas, tenían lugar los aquelarres los lunes, jueves o sábados y, en especial, en Cuaresma y Semana Santa.

Allí, ante el Demonio, las brujas se inclinaban con devoción, bailaban y contaban las prácticas maléficas que habían ejercido durante la semana. Los bailes de brujas fueron muy populares en los siglos XVI y XVII pero hay razones más que justificadas para afirmar que siguen vigentes en la sociedad actual, con recientes rituales de brujería realizados en San Diego del Monte.

Canciones de brujas

El Llano de las Brujas lagunero aún conserva en el aire del recuerdo lo que cantaban las brujas: "Racimo de uvas,/racimo de moras:/¿Quién ha visto bailar/damas a estas horas?/Nosotras que somos/las dueñas y señoras".

Junto al Muro del Diablo, las brujas untaban su cuerpo con un ungüento mágico, formado por plantas alucinógenas como la belladona, la mandrágora, el estramonio y el beleño. Y también recolectaban hierbas mágicas, como la artemisa, utilizada para filtros de amor. De ahí la copla: "Si las mujeres supieran/la virtud de la artemisa/siempre la llevarían/prendida de la camisa".

El Llano de las Brujas lo frecuentaron muchas mujeres que fueron sentenciadas por el Tribunal de la Inquisición. Agustina de Vargas, de 40 años de edad y viuda, fue acusada de invocar a los diablos ante una cruz, arrojando sal al fuego. Delfina Zerpa fue emparedada por decir: "El ombligo es un retablo/donde se debe poner/al Arcángel San Miguel/porque debajo está el diablo". Leonor e Isabel Márquez, hermanas de 27 y 22 años fueron penitenciadas por pactar con Lucifer y dar brebajes a los hombres para que quisieran a determinadas mujeres.

Otra curiosidad del Muro del Diablo y del Llano de las Brujas es que en el suelo las brujas dibujaban una estrella o un círculo, según fuera de día o de noche, para invocar a los príncipes de los demonios en las siguientes direcciones: Norte, Rufán; Sur, Maymón; Este, Veryc, y Oeste, Satanás.