Alumnos sentados en el suelo repasando a última hora sus apuntes, algún aislado ataque de nervios, corrillos alrededor de los paneles informativos para saber a qué aula dirigirse... Puede que la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU) esté en pleno proceso de cambio -el año pasado se introdujo el examen específico para subir nota y el próximo se incorporará una prueba oral de lengua extranjera-, pero su esencia no cambia y la percepción que de ella tienen los estudiantes tampoco: un momento clave para su futuro académico y laboral, pese a que un 98% aprueba.

Las universidades canarias vivieron ayer la primera de las tres jornadas de que constará la PAU, y lo hicieron con un llamativo incremento de alumnado respecto a las de 2010, cuando ya habían registrado un aumento del 9,7% en relación al año anterior. Si entonces fueron más de 6.600 los matriculados, ahora la cifra supera los 8.700. La Universidad de La Laguna (ULL) ha crecido en casi 800 inscritos, mientras que en la de Las Palmas (ULPGC) lo ha hecho en cerca de 700.

Se ha vuelto a cumplir, pues, una de las ideas que con más fuerza se ha repetido desde el inicio de la crisis económica: la mala situación de la economía y del mercado laboral empuja a proseguir su formación a quienes hace unos pocos años la abandonaban para conseguir un empleo fácil y bien pagado. Así lo constata la coordinadora de la prueba en la ULL, Etel de las Casas. "La crisis ha hecho que muchas personas que antes no terminaban sus estudios ahora se planteen continuarlos", dice.

Aunque la nota de la PAU supone el 40% del total -el 60% restante corresponde a la de Bachillerato-, el límite de plazas en algunas carreras universitarias hace que ese porcentaje represente mucho, afirma De las Casas. Eso explica que la práctica totalidad de los matriculados se presente a la prueba específica para subir nota.

Así, 3.850 -del total de 4.261- concurren a las dos fases, mientras que el resto lo hace solo a la específica. En este último grupo figuran 211 estudiantes procedentes de Formación Profesional, un colectivo que por primera vez puede acudir a la PAU para mejorar sus calificaciones y dar el salto a la carrera universitaria que desean cursar.

Los consejos de los docentes para evitar que los nervios bloqueen a los estudiantes son muy sencillos: recordar que llevan todo el año trabajando los contenidos de los que se examinarán, dormir y comer bien e hidratarse. Hayan seguido o no estas recomendaciones, los alumnos no manifiestan un excesivo nerviosismo.

Al salir de la primera prueba -Lengua Española, con un comentario de texto a elegir entre García Márquez y un artículo sobre el papel de las redes sociales en las revoluciones árabes-, Patricia, del IES Telesforo Bravo del Puerto de la Cruz, es consciente de que los nervios no ayudan. Eso sí, no parece confiarse con un simple repaso. "Llevo dos semanas estudiando día y noche", asegura. Su intención es cursar Administración y Dirección de Empresas y luego Empresariales, y lo hará por vocación. "Es lo que más me gusta y lo que se me da mejor".

Raquel y Sergio son compañeros en el IES Tegueste. Ambos coinciden en que el nerviosismo se produce por un "efecto contagio". "Te lo transmite la gente cuando llegas. Hay un poco de agobio", dicen. Mientras que a la primera le ha bastado un repaso de lo aprendido durante el curso, el segundo lleva quince días asistiendo a clases particulares y estudiando en la biblioteca.

La actual edición de la PAU supone un momento de respiro antes de que la prueba viva un nuevo cambio: el examen oral de idiomas. Las universidades llevan dos años preparándola, pero no están muy seguras de si podrán asumir los costes que conlleva. Así se lo han transmitido al Ministerio de Educación, al que han pedido que la medida se retrase un año. Por ahora no hay respuesta.