Una fuerte explosión en la central nuclear de Fukushima (Japón) desató ayer la alarma y obligó a evacuar a decenas de miles de personas ante el temor a una fuga radiactiva, aunque el Gobierno aseguró que no fue un accidente nuclear. El suceso se produjo en la planta nuclear 1 de Fukushima, a unos 270 kilómetros al noreste de Tokio, cuando varios empleados trataban de enfriar uno de los seis reactores nucleares de la central, cuyo sistema de refrigeración se vio dañado por el terremoto que el viernes hizo temblar a Japón.

El edificio de contención que albergaba un depósito de acero con el reactor se vino abajo a causa de la explosión, que dejó una enorme columna de humo visible a decenas de kilómetros durante varias horas. En los primeros momentos cundió la alarma ante la incertidumbre y el temor a que hubiera estallado el propio reactor nuclear, pero tras las primeras inspecciones el Gobierno aseguró que la explosión se había producido fuera.

El ministro portavoz, Yukio Edano, dijo que el origen del accidente fue una reacción química de oxígeno e hidrógeno, y minimizó la posibilidad de una fuga al insistir en que el depósito de acero que recubre el reactor no había resultado dañado.

El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) comunicó que la explosión ocurrió fuera del recipiente primario de contención, por lo que el núcleo del reactor no fue dañado.

El OIEA fue informado por las autoridades japonesas de que el operador del reactor número 1 de la planta de Fukushima, Tokyo Electro Power Company (TEPCO) confirmó que "la integridad del recipiente primario de contención del reactor número uno de la planta de Fukushima permanece intacta".

Este comentario contrarrestaría la teoría manejada por expertos de que el núcleo de este reactor podría haberse fundido, como sucedió en abril de 1986 en el más grave accidente de la historia nuclear, en la central ucraniana de Chernóbil.

Cuatro heridos

Aunque las autoridades ordenaron sacar a 46.000 residentes en un radio de diez kilómetros de la central, en el momento del accidente había aún unas 800 personas en la zona, incluidos varios ancianos; posteriormente aumentaron el área de evacuación a 20 kilómetros.

Cuatro trabajadores de la planta resultaron heridos en la explosión aunque ninguno está en situación crítica. Un accidente de estas características se trataba de evitar desde que el viernes un terremoto de 8,8 grados Richter sacudió Japón y cortó el flujo de energía eléctrica y el motor diesel de emergencia de la central de Fukushima.

La falta de energía paralizó el mecanismo de refrigeración de la planta, que cuenta con seis reactores de agua en ebullición, lo que hizo que los niveles de radiactividad fueran hasta mil veces superiores a lo habitual en una de las salas de control. Ello hizo que se decretara el estado de emergencia nuclear en ésta y otra planta vecina, la número 2 de Fukushima, también perteneciente a TEPCO y que también vio alterado su suministro eléctrico por el terremoto.

Para rebajar temperatura en ambos reactores el Gobierno nipón ordenó, por primera vez, que se abrieran de forma controlada las válvulas de los reactores, pese al temor de que el vapor liberado transportara sustancias radiactivas.

El primer ministro japonés, Naoto Kan, admitió que la operación liberó cantidades de radiación "mínimas", aunque en todo momento el Gobierno mantuvo su mensaje de calma a la población al asegurar que las eventuales fugas eran "asumibles".

Ello no impidió que se vivieran momentos de fuerte alarma tras encontrarse cesio radiactivo cerca de la central, una sustancia aparentemente procedente del interior del reactor y que hizo temer un posible proceso de fusión nuclear.

Tal y como establece el protocolo de seguridad nipón, las once plantas de energía atómica de las zonas azotadas por el seísmo pararon de forma automática su actividad, por lo que ayer el Gobierno se vio obligado a pedir a los ciudadanos que ahorren energía y eviten así posibles cortes en el suministro.

El académico ruso Yevgueni Vélijov excluyó ayer la posibilidad de que en Japón se produzca una avería como la que ocurrió en abril de 1986 en planta nuclear de Chernóbil, Ucrania. "No hay grafito y por tanto no hay nada que pueda arder", dijo Vélijov.

El científico, presidente del Instituto Kurchátov, de investigación de la energía nuclear, destacó que los reactores que emplean las plantas japonesas son distintos a los de la planta Chernóbil.