El testimonio de un mexicano fue clave para detener a una pareja acusada de asesinar en 2004 a un argentino y una paraguaya en la periferia de Buenos Aires y con el aparente fin de robar un cuadro de Picasso, informaron hoy fuentes judiciales.

La declaración que desbloqueó la causa fue hecha por el mexicano Alfonso Velasco Aznar, quien mediante una teleconferencia reveló a los investigadores argentinos la confesión del doble crimen que le había hecho su ex novia.

Según el testigo, la mujer, identificada como Romina Silva, le confesó que junto con su entonces pareja, Miguel Graffigna, habían asesinado en agosto de 2004 a Nicolás de Sousa, de 28 años y dueño de una galería de arte, y a la esposa de éste, la paraguaya Antonia Zárate, de 29.

El fiscal del caso, Fernando Cartasegna, consideró que fue "el horror" de enterarse de lo que había hecho su ex pareja lo que llevó al mexicano a contarlo los hechos a los investigadores para entregarla.

En su confesión ante el mexicano, "ella se incrimina (en el asesinato), pero como observadora", precisó el fiscal.

El juez del caso, Guillermo Atencio, señaló que tras el doble crimen los acusados Graffigna y Silva se fueron a vivir a México, desde donde, tras separarse, el hombre regresó a Argentina con el hijo de ambos para instalarse en la localidad bonaerense de Ramos Mejía.

Por su parte, Silva formó pareja durante un tiempo con el mexicano Velasco Aznar, a quien le confesó lo sucedido en 2004.

Atencio precisó que los acusados fueron detenidos el viernes pasado en Buenos Aires: Graffigna en su casa y Romina Silva en el aeropuerto internacional de Ezeiza, a las afueras de la capital argentina, hacia donde viajó por razones particulares.

Las fuentes precisaron que las policías de Argentina y México buscan a Edith Silva, madre de la detenida, quien viajó al país norteamericano sin permiso de un juez que la excarceló en una causa que investiga el robo de un cuadro del pintor argentino Benito Quinquela Martín hace tres años.

De Sousa y Zárate fueron hallados asesinados el 22 de agosto de 2004 en su casa de la localidad bonaerense de Villa Elisa.

Él fue hallado tendido en el suelo con las manos y los pies atados y con un golpe en el cráneo, y la mujer con la cabeza cubierta completamente por una cinta de embalar y asfixiada.

Durante la pesquisa se determinó que las víctimas realizaban reuniones sexuales de intercambio de parejas, de acuerdo con los datos encontrados en el ordenador de Nicolás de Sousa.