La que dicen que es la única isla habitada de la Unión Europea que no tiene asfalto en sus calles, La Graciosa, se consolida año tras año como una alternativa para pasar el fin de año a 23 grados sin salir de España.

Con 27 kilómetros cuadrados y una población de 700 habitantes, La Graciosa es la ínsula más grande del archipiélago Chinijo, perteneciente a las Islas Canarias y formado por Montaña Clara, Alegranza y los Roques del Este y del Oeste.

Durante estas fechas navideñas, el número de ciudadanos aumenta hasta alcanzar los 2.000; se trata así de una de las épocas del año, junto con el verano, en la que los cuatro complejos de apartamentos de los que dispone la isla presentan una ocupación del cien por cien.

Gente joven que va en grupo, apasionados del surf y mayores que buscan un lugar donde poder leer tumbados en la arena la última novela de Paul Auster, son algunos de los perfiles de los viajeros que eligen La Graciosa como destino donde comer las doce uvas.

Así lo explicó la técnico delegada del Ayuntamiento de Teguise (Lanzarote) en La Graciosa, Alicia Paez, quien indicó que la isla "crea afición", ya que, pese a que la separan más de 2.000 kilómetros de la Península Ibérica, un gran número de europeos y españoles son fieles a pasar en ella el fin de año en manga corta.

El sonido de las gaviotas, del mar y del viento da paso, en estos momentos, al ruido de los fuegos artificiales y los gritos de los visitantes que reciben el nuevo año bailando en la playa.

El plan para esta noche no tiene complicaciones, sólo el bañador y las ganas de bailar son los requisitos indispensables para poder entrar en alguno de los tres locales con música en directo de los que dispone la isla, cuenta Paez.

El copioso menú navideño que tantos quebraderos de cabeza da a quien lo tiene que preparar en casa, se simplifica a una vieja -pescado típico de la zona- y a las famosas papas arrugados y mojo picón, casi con más adeptos fuera que dentro de las islas.

"El Marinero" es uno de los restaurantes que ofrece un menú especial para esta noche, por 50 euros se puede degustar dátiles con beicon, carpaccio de bacalao o cherne a la plancha con verduras.

Uno de los encargados, Brached Romero, explicó que este año, pese a la crisis, el número de personas que cenará es mayor al del pasado, superando los 100 comensales.

Ester es una de los viajeras que celebrará la llegada de 2011 en esta isla, y ella y sus amigos, procedentes de Tenerife, cogerán esta tarde el avión que los llevará a Lanzarote "cargados de uvas, aceite para ponerse moreno y buen rollo", bromea.

Para poder llegar a La Graciosa, reserva de la biosfera de la Unesco desde 1992, es necesario hacerlo a través de un barco, que zarpa de Órzola, en la isla vecina, Lanzarote.

El servicio marítimo está operativo los 365 días del año -sólo suspendido en caso de temporal- de siete de la mañana a seis y media de la tarde, con una frecuencia de media hora.

Veinte minutos más tarde, lo que dura el trayecto en "ferry", los turistas llegan a la Caleta del Sebo, el pueblo marinero de blancas casas bajas y calles de arena donde vive la mayor parte de la población.

Una vez hecha la fotografía de rigor frente a la imponente montaña del Mojón, el siguiente paso es "asumir la calma del islote y olvidarse del trabajo, del coche y del estrés", contó Francisco, uno de sus habitantes.

Dedicado a la pesca, Francisco presume del buen tiempo y de la paz que tiene la isla, sus principales atractivos y motivos por los que muchas personas la eligen.

Y es que, mientras en Europa las temperaturas no superan los diez grados y el asfalto quema las ruedas de los coches, en La Graciosa la gente disfruta hoy del sol y de los largos paseos en bicicleta.