Media docena de canarios, junto a ciudadanos de todo el país, acudirán a finales de enero a Madrid para presentar ante la Fiscalía de la Audiencia Nacional una denuncia contra las supuestas adopciones ilegales realizadas en la Casa Cuna de Santa Cruz de Tenerife en el periodo comprendido entre 1950 y 1970.

La interposición de la denuncia colectiva se producirá el próximo 27 de enero y el acto estará coordinado por la Asociación Nacional de Afectados por Adopciones Irregulares (Anadir), de ámbito estatal. En dicho documento figurarán los nombres de los afectados que acudan a Madrid. En las Islas, los participantes se han puesto de acuerdo con el colectivo Sin Identidad, que lucha para defender los derechos de aquellas personas que han sufrido supuestos casos de "adopciones irregulares, desapariciones y robos de niños".

Particularidad insular

Uno de los impulsores del grupo Sin Identidad, que colabora con Anadir, aseguró que en Canarias y en Tenerife, en concreto, resulta más fácil que en la Península localizar a aquellas personas que, siendo menores, fueron entregadas en presuntas adopciones irregulares, debido a la fragmentación del territorio y la superficie limitada de cada isla. Los portavoces coinciden en que a muchos de los hombres y mujeres que vivieron su infancia y adolescencia en la estructura asistencial de la Casa Cuna de la capital tinerfeña no les resulta fácil acudir al mencionado complejo, sobre todo en los casos en que han padecido experiencias desagradables de cualquier tipo.

El estigma

Según un representante de Sin Identidad, el simple hecho de que los medios de comunicación divulguen casos relacionados con adopciones irregulares o presuntos abusos sexuales en dicho "orfanato" provoca malestar entre muchos ex beneficiarios del proyecto, que depende del Instituto de Atención Social y Sociosanitaria de Tenerife (IASS), un organismo del Cabildo de Tenerife.

Dos adultos que residieron en la Casa Cuna explicaron a EL DÍA que muchos de aquellos niños y adolescentes que residieron en la Casa Cuna "tratamos de escondernos de esa realidad que hemos sufrido para que nadie nos pueda etiquetar" de forma negativa.

Señalan que ese estigma puede durar para toda la vida y resulta doloroso en algunos casos.