Muchos santacruceros optan por subir a La Cuesta o La Laguna por Valle Jiménez por el simple placer de distraer sus pupilas con los rasgos característicos de un núcleo rural: ganadería (sobre todo vacas), huertas cultivadas (los típicos "trocitos" con productos de autoconsumo: papas, hortalizas, frutales...), fincas más extensas, casas terreras, algunos pinos y mucha más vegetación que en el extendido cemento y bloque capitalino. Esta idiosincracia se refuerza con la presencia de diversas casas de madera, con vías estrechas que llevan a las zonas más elevadas y que parecen más propias de la medianía del Norte o el Sur (incluida una palmera de gran tamaño con su tronco quemado), con la espectacular imagen del barranco desde El Toscal, en su descenso a Santa Cruz, o el verde de las montañas. Si se viene desde Valle Tabares, el conductor se topa primero, a la izquierda, con las calles Nueva, La Canaria, Almendro de los Valles o La Cabezada, con casas terreras, normalmente de dos plantas. Más hacia el Valle, enseguida aparece el Bar El hoyo, las vías La Cruz, Los Belloteros, el supermercado Los Valles y el restaurante Jiménez Casa Horacio. En esta parte, y al otro lado de la carretera general, se sitúa la iglesia, plaza, escenario y canchas deportivas, así como el centro ciudadano. Aquí se despliegan calles o caminos como El Toscal, El Pedregal, El Cañero, La Era, El Risco, Vacas, Los Estanques, Diego Galván o Barranquillo, desde donde se divisa Santa Cruz y el impresionante cauce. La Mesa o Manuel Melián Cachazo son otras de las vías de esta parte del barrio, que mira privilegiada hacia la capital.

Por su población y características, Valle Jiménez no presenta comercios (salvo los dos bares y el restaurante) y sus vecinos han de desplazarse para la inmensa mayoría de compras, con la salvedad de una farmacia que comparte con Valle Tabares en la curva de la carretera general en la que ya se divisa La Cuesta. Este handicap se ve compensado, sin embargo, con la tranquilidad y la salud que representa la vida en el campo entre dos grandes ciudades, tal y como señalan algunos vecinos consultados, sobre todo de la zona más alta. El susto de las lluvias del 1 de febrero fue grande, pero lo peor pasó pronto, si bien se temió por la caída del pequeño puente que atraviesa el cauce de escasa profundidad en la parte más elevada del Valle.

La presidenta de la AAVV asegura que muchos jóvenes que se fueron en el pasado a otras zonas están regresando al barrio, lo que evita el riesgo de envejecimiento. Aunque su asociación cuenta con unos 300 integrantes, asegura que la participación ciudadana es "normal", lo que contrasta con las sensaciones del gobierno local, que la califica de las más altas e implicadas del municipio. Las fiestas se celebran en septiembre y en honor a la Virgen de Fátima de El Rosario, festejos que cuentan con un BIC para los célebres barcos engalanados.