La sorpresa saltó el pasado día 28 de junio. Aquel día en la Cofradía de Pescadores de San Andrés no se habló de otra cosa que del escrito que habían recibido muchos de los pescadores del pueblo en el que el Servicio Provincial de Costas les solicitaba la presentación de autorización para la ocupación del dominio público de las embarcaciones fondeadas en la playa de Las Teresitas.

Pese a que los escasos pescadores profesionales no tenían problema, al contar la Cofradía de Pescadores con permiso municipal para la ocupación provisional del dique de abrigo de la playa, la inmensa mayoría de ellos, con cincuenta años o más dedicados al duro trabajo de la pesca, sólo disponen ya de embarcaciones de carácter recreativo, siendo sólo 16 las barcas para la pesca profesional fondeadas en la playa a las que Costas salvaba de la amenaza de retirada.

De esta forma, donde los pescadores sólo veían tradición y respeto a la seña de identidad de un pueblo eminentemente marinero como es el de San Andrés, la Dirección General de Costas concebía la necesidad de regular la "ocupación permanente, excesiva y no controlada del dominio público marítimo terrestre por puntos de fondeo y lugares de varada". Además, incidía en las interferencias con los lugares destinados al baño y en las afecciones al medio ambiente por los residuos que generan las embarcaciones, un punto que soliviantó especialmente a la mayoría de los pescadores, quienes recriminaron que lo que realmente ensucia el mar son los restos de las fiestas y botellones que se realizan todos los fines de semana y que son arrastrados desde la orilla al mar por el efecto de las mareas.

El ultimátum de Costas se ha visto frenado por el interés negociador del Ayuntamiento de Santa Cruz que ha optado por el consenso y aboga porque se mantengan cien embarcaciones fondeadas una al lado de la otra de tal forma que ocupen la mitad de espacio que en la actualidad.

La Sociedad de Pesca y Recreo "Antequera" ha dado su visto bueno a esta medida pero apuntan a la necesidad de que se hagan realidad los proyectos e ideas que en su momento existieron para hacer un dique de abrigo en el frente de San Andrés, con la doble intención de que sirviera de refugio a los barcos de pesca y de defensa de la avenida de entrada al barrio que continuamente debe ser cerrada al tráfico por el fuerte oleaje en los casos de temporales marítimos.

En este contexto se circunscribe el proyecto del puerto deportivo de San Andrés que ha sufrido diversas modificaciones a lo largo del tiempo. Así, inicialmente se contemplaba con una capacidad de 450 puntos de atraque, helipuerto con torre de control incluida, piscinas olímpicas, un club náutico, canchas de tenis y frontón así como superficie comercial. Este proyecto iba a estar situado justo enfrente del pueblo de San Andrés.

Treinta años parado

Esta iniciativa no se trata, ni mucho menos, de una nueva obra sino de un proyecto de hace más de treinta años, contemporáneo de todas las obras de urbanización de la playa Las Teresitas y que debió realizar, en un primer momento, la empresa Mariano Cabrera SA y que por diversas vicisitudes ha permanecido paralizado.

Esta actuación iba a abarcar una superficie total de 120.000 metros cuadrados en tierra y casi otros tantos ganados al mar. En todos los casos se aprovechaba la actuación para construir la escollera frente a San Andrés que iba a servir también como refugio pesquero. Fue en 2005 cuando se adjudicó la obra a Acciona Infraestructuras, Fomento y Contratas y Sato por un importe total que sumaba 58 millones de euros. Sin embargo, durante la fase de exposición pública se posicionaron en contra de la obra la Asociación de Amigos de Las Teresitas, quienes adjuntaron dos mil firmas al considerar que no daba soluciones al sector pesquero, suponía un riesgo de contaminación y además iba a afectar al equilibrio ecológico de esta parte del litoral.

La obra, después de tantos años proyectada, podría ver ahora facilitada su ejecución ya que la finalización del relleno de la gran explanada de la ampliación de la Dársena del Este, una vez cerrado el dique, era un paso previo a la realización de la escollera de abrigo para los pescadores.