El tinerfeñismo perdió ayer a uno de sus símbolos con el fallecimiento, a la edad de 90 años, de Francisco Zuppo Núñez, que será recordado por haber rescatado un cántico que incluso forma parte del himno del CD Tenerife, el "riqui, raca, zumba, raca, zim-bom-ba...".

Muchos aficionados del representativo recuerdan la imagen de Paco Zuppo situado en el césped del estadio Heliodoro Rodríguez López, justo antes del comienzo de cada partido y con los equipos calentando, dirigiendo, por este orden y realizando una peculiar coreografía, a los ocupantes de las gradas de General de Pie, San Sebastián y Herradura para entonar el famoso cántico. Su devoción por el representativo animó al ex presidente Javier Pérez a concederle la medalla de oro y brillantes del Tenerife. No fue la única insignia que recibió. El Ayuntamiento de Santa Cruz le otorgó la medalla de bronce de la ciudad.

El grito de guerra del CD Tenerife ha tenido en Paco Zuppo a su más reconocido intérprete. Pero su relación con el fútbol venía de lejos. Antes de su faceta de animador se le conoció como jugador del Real Unión y del Price. No obstante, como a tantos jóvenes de la época, le tocó esperar a que pasara la Guerra Civil para dar rienda suelta a su afición por la pelota. De hecho, Zuppo fue movilizado y durante la contienda le tocó servir en el frente del Ebro, según se lee en un reportaje de la web oficial del club blanquiazul.

Como futbolista actuaba de extremo derecho, pero al colgar las botas no siguió vinculado al fútbol como entrenador o directivo. Él mismo se encargaba de decir que no valía para eso. Fue entonces cuando, poco a poco, se dio a conocer en su faceta de animador.

Y Paco Zuppo no sólo apoyó en su vida al equipo de sus colores. También fue pionero en hacer región y en Las Palmas aún se recuerda su presencia en el encuentro que, jugado en el estadio Insular, puso a la UD Las Palmas por primera vez en la máxima categoría. Era en el año 1951 y formando parte de la peña Rambla de Tenerife, Paco Zuppo llevó su "riqui-raca" a las gradas del ya extinto recinto capitalino, donde contagió con su ánimo a la afición amarilla en aquella cita. Su estrecha vinculación al fútbol era compartida por su hermano José, que fue jugador, entre otros equipos, del Marino y del Real Oviedo.