CUANDO FRANCO estaba muriéndose, el astuto rey de Marruecos, Hassan II, el 16 de octubre de 1975, arengando a su pueblo dijo: "Tenemos que iniciar una Marcha Verde desde el Norte de Marruecos hacia el Sur y del Este al Oeste. Tenemos, querido pueblo, que levantarnos como un solo hombre, con orden y organización para dirigirnos al Sahara y encontrarnos con nuestros hermanos allá". Se inicia esta, que cuenta con el apoyo de los EEUU debido a unas desavenencias con el Gobierno español, por las minas de fosfatos de la zona, y sabemos lo que aconteció.

Actualmente, Mohamed VI está empeñado en regionalizar Marruecos y así considera al Sahara Occidental como la provincia del Sur dotándola de una cierta autonomía, mandando al traste con esta decisión el mandato de la ONU que establece el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui.

A España, en aquel momento, retirar las tropas del Sahara no le vino del todo mal, porque se libró de un problema de órdago y prácticamente desfavorable para sus intereses y, además, que ocasionaría, sin nada a cambio, un derramamiento de sangre inútil y con el general muriéndose. Lo que se propició e introdujo en la conciencia del pueblo español fue que la estampida de allí era necesaria porque lo que importaba en aquellos momentos era el problema sucesorio, y en eso sí que nos iba la vida a todos. Y al rey de Marruecos, ante el desajuste y revueltas sociales que tenía, así como intentos frustrados de magnicidio por parte de ciertos generales de sus fuerzas armadas, le vino bien aprovechar esta situación de descontento haciendo que el pueblo se volcara de manera decidida y alegre marchando hacia la recuperación de un territorio que dijo que les pertenecía.

Y ahora, con las manifestaciones del primer ministro alauita, diciendo que España tendría que retroceder Ceuta y Melilla a Marruecos, ¿qué? Da la impresión de que estamos en las mismas. O sea, debilidad extrema del Gobierno español ante el concierto del mundo y especialmente del europeo, donde hasta la presidencia de R. Zapatero ha sido y es descafeinada y, ante las medidas drásticas del reajuste adoptado, lo que ha cabreado a miles y miles de ciudadanos, no nos extrañaría que dirigiese la opinión pública en el intento de aventar alguna cortina de humo hacia la posible defensa que habría que hacer de estos enclaves norteafricanos, donde el sacrificio del reajuste sería mínimo ante tamaña cuestión de prestigio nacional.

Hay situaciones que podrán acontecer de la noche a la mañana, sin contar con nadie, sólo con los acontecimientos que tras bastidores se pudieran estar fraguando, y un movimiento tipo Marcha Verde no estaría del todo descartado si el empeño de Marruecos por reivindicar estos territorios no cesa, como así es en los organismos internacionales.

La diplomacia tendrá mucho que decir, pero si retrocedemos en el tiempo, a veces no sirve; recordemos lo del Sahara, que a pesar del acuerdo firmado entre Francia, España, Marruecos y Mauritania vemos lo sucedido: campamentos de refugiados en Tinduf y un pueblo, el saharaui, desconcertado, por lo que cualquier cosa es posible y es lo único que faltaría para rizar el rizo de los despropósitos.