HACÍAMOS REFERENCIA en nuestro comentario de ayer al último dato, muy negativo, sobre el desempleo en Canarias. Durante el primer trimestre de este año el paro ha alcanzado al 27,68 por ciento de la población activa de las Islas. Esta cifra nos sitúa como la comunidad autónoma española con más desempleo. Si no fuésemos una vergonzosa colonia disfrazada de autonomía, sino una nación soberana, la situación sería otra.

Hemos llegado a los 300.000 desempleados. Esto es una consecuencia directa, lo reiteramos, de nuestra situación colonial. Que no nos extrañe a los canarios si dentro de poco nos vemos como un país del tercer mundo. Estamos viviendo de las rentas del pasado, pero las rentas se están acabando y el hambre cabalga al galope, por no decir que es apocalíptica ya en Canarias. Consecuencias, insistimos, del colonialismo, aunque eso no lo ven los amantes de la españolidad. ¿Hasta cuándo? ¿Cómo es posible que los políticos se atrevan a salir a la calle, si deberían estar escondidos por la culpa que tienen en todo lo que está pasando? Los políticos están conduciendo al pueblo a un hambre vergonzosa. Qué pena que sigamos sometidos a España, cuando como un pueblo libre podríamos estar entre los países más ricos del mundo. Y cambiamos de tema.

La Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife ha admitido, a partir de los correspondientes razonamientos jurídicos, nuestro recurso de apelación contra cierto profesor de La Laguna -cuyo nombre revelaremos a su debido tiempo- por los insultos que en su momento realizó, públicamente y con publicidad, contra José Rodríguez. Esta actitud desmedida e impropia de alguien que forma parte de un claustro universitario forzó al editor de EL DÍA a presentar una querella contra él. Querella que un juzgado no admitió a trámite. Ahora, la Audiencia ha estimado nuestro recurso, lo cual quiere decir que el recurso penal seguirá adelante. Los catorce epítetos y frases insultantes e injuriosas contra el editor y director de este periódico, por parte de un profesor al que no conocemos y, en consecuencia, no sabemos por qué ha tenido esta reacción, serán debidamente considerados por los magistrados. Esperamos que la condena no sea simple, sino de mucho peso.

José Rodríguez medita siempre las frases que publica y sabe hasta dónde puede llegar. José Rodríguez es un empresario que ejerce su actividad, y no un político como Santiago Pérez. Por lo tanto, no puede ser atacado y descalificado públicamente. Cuando desde estos comentarios y editoriales hemos criticado a alguien, lo hemos hecho siempre en su faceta política, nunca en la personal o empresarial. Sabemos que ni a don Santiago Pérez, ni a ningún otro político, les gusta que les afeen su comportamiento como personas con cargo público, pero no podemos renunciar a la crítica porque ese es uno de los compromisos más importantes que tenemos con nuestros lectores.

Por otra parte, seguimos adelante con las demandas y querellas presentadas separadamente contra tres periodistas, así como un recurso ante el Tribunal Supremo en relación al fallo que adoptó el Consejo General del Poder Judicial por las manifestaciones de varios magistrados de Las Palmas que, también públicamente y con publicidad, trataron de presunto delincuente a José Rodríguez. Así como un contencioso contra el Parlamento de Canarias por la reprobación a EL DÍA, que sigue su tramitación en el Tribunal Supremo.

Confiamos en el Tribunal Supremo, porque José Rodríguez y EL DÍA están dispuestos a llegar hasta esa instancia en todos los casos en que sea posible y preciso e, incluso, hasta el Tribunal de Estrasburgo. Debemos creer y creemos en la Justicia -pero no en las sentencias, que acatamos, de ciertos jueces y juezas-. Y de ahí el título de nuestro comentario de hoy.