Paqui Gil, de 60 años, toma 18 pastillas diarias, pero a pesar de la medicación tiene temblores en la parte izquierda de su cuerpo y sufre de desorientación y de lapsus de memoria. Concepción Pérez, de 56, padece de una ansiedad que afirma que no se le va con nada, sufre temblores por todo el cuerpo y pérdidas de memoria. Conchi Fernández, de 61 años, no puede comer sin que se le caiga la baba, ha tenido varios intentos de suicidio y, a veces, pierde el hilo de las conversaciones.

Todas estas mujeres son canarias y tienen en común que estuvieron tomando Agreal, un medicamento indicado para los sofocos de la menopausia que fue retirado en junio de 2005 por el Gobierno español y en 2007 por la Agencia Europea del Medicamento por los graves e irreversibles efectos secundarios que conllevaba su ingesta.

La asociación Agrea-L-uchadoras de España calcula que hay más de 2.000 mujeres en España afectadas por este medicamento, pero no tienen ninguna certeza del número real. Ningún responsable gubernamental o sanitario se ha molestado en buscarlas ni en informarlas de los efectos adversos del fármaco que tomaban para combatir los sofocos de la menopausia.

Las afectadas

El abogado Fernando Osuna representa a 1.700 mujeres que tiene censadas con sus datos y calcula que en manos de otros letrados en España puede haber "unas 2.000". Sin embargo, detalla que hay más afectadas que no han querido ir a la Justicia, y que las estimaciones de afectadas por el Agreal en España son de entre 3.000 y 4.000 mujeres.

Pero, ¿qué es el Agreal? Un medicamento del laboratorio Sanofi-Aventis cuyo principio activo es la veraliprida que fue retirado por la Agencia Europea del Medicamento el 19 de julio de 2007.

Como motivos para quitar de la circulación el fármaco, el CHMP (Committee for Medicinal Products for Human Use) de la Agencia Europea del Medicamento cita que "se han notificado con la veraliprida reacciones neurológicas (discinesia, trastorno extrapiramidal, síndrome de Parkinson), y reacciones psiquiátricas (depresión, ansiedad, síndrome de abstinencia), incluida discinesia tardía que puede ser potencialmente irreversible. Además, son motivo de preocupación la hiperprolactinemia y el riesgo de prolongación del QT".

La discinesia es un término que designa los movimientos anormales e involuntarios en las enfermedades nerviosas. Los movimientos anormales incluyen masticación repetitiva, movimiento oscilatorio de la mandíbula o gesticulación facial. La discinesia tardía es aquella inducida por el uso crónico de medicamentos pertenecientes a la clase de los neurolépticos.

El trastorno extrapiramidal abarca una serie de síntomas caracterizado por la presencia de movimientos involuntarios anormales; alteraciones en el tono muscular; cambios en la postura corporal, e hiperactividad. También presentan modificaciones del humor y síntomas psicóticos y obsesivo-compulsivos.

Y éstos son sólo los efectos secundarios comprobados. La hiperprolactinemia puede aumentar el riesgo de cáncer de mama y la prolongación de QT puede producir arritmias.

A pesar de esta lista de efectos secundarios terroríficos reconocidos por la Agencia Europea del Medicamento, hoy en día las mujeres que estuvieron tomando el Agreal todavía mantienen una lucha en los tribunales para que Sanofi-Aventis asuma sus responsabilidades.

Sin embargo, es un conflicto del que casi no se habla, a pesar de haber 15 casos de mujeres que irán al Tribunal Supremo y miles cuya calidad de vida ha disminuido de forma que su propia existencia, en ocasiones, pende de un hilo.

La farmacéutica Sanofi-Aventis fue quien recurrió la sentencia de la Audiencia de Barcelona que en marzo de este año la obligó a indemnizar con 55.600 euros a una quincena de mujeres afectadas. Las cantidades destinadas a cada una oscilaban entre los 12.100 euros y los 900.

Los abogados de la farmacéutica, Sánchez de León Abogados, aseguraban entonces a Europa Press que "los cuadros que presentan estas señoras son inespecíficos y son muy parecidos a los que suelen darse en la práctica clínica diaria, especialmente en las señores de edades comprendidas entre los 40 y los 60 años".

En vez de estrógenos

El ginecólogo tinerfeño Felipe Martín Casañas explicó que el Agreal se utilizaba cuando "no se le quería dar un tratamiento hormonal" a las mujeres con menopausia. El climaterio, explica, "ocurre de repente y afecta al sistema neurovegetativo: provoca nerviosismo, insomnio, sofocos..."

El médico recuerda que, cuando el Agreal estaba aprobado, se sabía que combatía los síntomas de la menopausia actuando sobre la dopamina. "Actuaba en el mismo centro donde se regula el sistema nervioso", explicó.

Sin embargo, los ginecólogos que lo recetaban no sabían nada de los efectos secundarios que después provocaron la retirada del mercado español primero y del Europeo dos años más tarde, aunque "ya en los últimos tiempos se daba muy poco".

"Al cabo del tiempo se fueron acumulando pacientes que referían depresiones, Parkinson, trastornos neurológicos que habían tomado el Agreal y se le atribuyó a este medicamento", resume Martín Casañas.

Lo que sí se sabía era que el Agreal actuaba sobre la dopamina y que ésta "interviene en esos problemas", pero no "la relación causa-efecto o efectos secundarios".

No obstante, este ginecólogo apostilla que unos "estudios epidemiológicos posteriores" asociaron estos problemas al Agreal, mientras que otros "dijeron que era simplemente concomitante, que no tenía relación causa-efecto sino que habían coincidido en el tiempo".

Según Martín Casañas, los epidemiólogos son los encargados de "comprobar" si estos efectos son "una reacción individual de ese grupo porque tuvieran una predisposición o afecta directamente". En el caso del Agreal, "no se veía que a corto plazo tuviera efectos secundarios importantes", añadió.

Además, algunos de los síntomas vinculados al uso del Agreal como ansiedad, la depresión o el insomnio son también comunes a esa etapa la menopausia, donde se producen cambios en la actividad cerebral, matiza el ginecólogo.

Hay varias agrupaciones de afectadas en toda España y muchas de ellas han emprendido acciones jurídicas contra el laboratorio farmacéutico y la Agencia Española del Medicamento.

Como la tinerfeña Conchi Fernández, de 61 años, quien cuenta con un informe médico que detalla esos supuestos síntomas inespecíficos. El texto señala que padece "déficit de memoria", "alta puntuación en el PQ", "altos niveles de ansiedad" y "altos niveles de depresión". Concluye diagnosticando "un cuadro intenso de ansiedad e importantes ideaciones suicidas".

Conchi estuvo tomando 13 años el Agreal y es una de las integrantes de la asociación Agrea-L-uchadoras. Resume su experiencia con una expresiva frase: "Nos han envenenado con el Agreal".

A los 38 años a Conchi la tuvieron que vaciar a consecuencia de unos fibromas en los ovarios.

Lo primero que le mandaron para combatir los sofocos de la menopausia fueron "unos parches de estrógenos", pero los tuvo que dejar. "Se me hinchaban las piernas", explica.

Subidas de peso

Le cambiaron el tratamiento y le dieron dos tipos de pastillas, una de ellas el Agreal. "Los sofocos me iban remitiendo, pero empecé a tener subidas de peso. De 49 o 52 kilos que pesaba llegué a subir hasta 117 kilos".

Aunque ella se quejaba a su ginecólogo una y otra vez de estas subidas de peso, el facultativo, con el prospecto y la ficha técnica en la mano, repetía que nada indicaba que ese fármaco produjera ese efecto secundario.

Para rizar el rizo, el otro fármaco se lo retiraron al tiempo "porque se había descubierto que producía cáncer de mama". Después, le tocó al Agreal, aunque los motivos los tuvo que descubrir en un programa de televisión, donde vio a Paqui Gil y conoció el alcance de la situación que se le podía venir encima.

"Empecé con unas depresiones que yo no sabía de qué", explica Conchi, que asegura que en su familia nunca han tenido más problemas que los normales de cada casa. También llegaron "los ataques de ansiedad" y algunos intentos de suicidio.

"Me cuesta seguir una conversación", se disculpa cuando pierde el hilo de lo que está hablando. Además, en su caso la situación se agrava con un problema de espalda que le impide caminar y otras complicaciones de salud que han mermado su calidad de vida hasta hacerla una persona dependiente.

"Es muy triste que pierdas tu vitalidad, que te veas con problemas auditivos y de vista y que ellos se laven las manos", dice.

Además, Conchi asegura que "el ginecólogo se negaba a darme el informe de que yo había estado tomando el Agreal 13 años".

Otros síntomas que relata son "temblores" o que "las manos y los pies" se le están "llenando de bultos". Problemas de salivación y masticación, supuestamente generados por el Agreal, la obligan a comer "con un babero".

Sin embargo, lo más grave es la desesperación que la lleva a los intentos de suicidio. "No duermo, no tengo ilusión por nada", dice, para asegurar que luchará para que los laboratorios reconozcan su responsabilidad. "No somos conejillos de indias, somos personas".