Los vecinos de María Jiménez reivindican su derecho a tener la misma calidad del agua potable que el resto de Santa cruz, ya que deben acudir a un chorro público para rellenar garrafas de plástico de cinco litros con la que cocinar y beber.

En pleno siglo XXI y en una capital como Santa Cruz todavía es habitual, como antaño, ver a mujeres y hombres acercarse a un chorro para abastecerse agua, todo ello debido a la mala calidad del agua de la red. Dicho problema es también similar en Valleseco, por no hablar de que en alguna de las laderas del macizo de Anaga no se cuenta con red de abastecimiento y que unos vecinos a otros se regalan el agua a través de mangueras.

La mala calidad del agua radica en la existencia de los pozos de La Portada y el existente en la zona de la Cadena del Salto. Si el agua proviene de La Portada se puede hacer uso de ella, pero si se conectan ambas redes de suministro no se puede tomar ni usarla para hacer la comida.

Cloro y espuma

El cloro es excesivo e incluso "abres la llave y te sale hasta espuma, parece que le has echado detergente", comenta una vecina que acude cada día al chorro para cargar dos garrafas y sube hasta 80 escalones para llegar a su casa. La zona de Anaga comparte, entre otros problemas, el hecho de que la red de abastecimiento es antigua y el acceso a las viviendas se lleva a cabo a través de largas y dificultosas escaleras que hacen, lo que dificulta la vida cotidiana de sus moradores.

A pesar de los análisis a los que pueda ser sometida el agua, "es de una mala calidad insoportable", pues los vecinos "acudimos cada dos por tres a buscar garrafas de agua si queremos hacer de comer. Estamos cansados de venir cada día a buscar agua y cuando nos duchamos nos pica el cuerpo", dice una vecina que transporta dos garrafas, al tiempo que afirma que esto es un peregrinar de la casa al chorro y del chorro a la casa. Todo eso se repite cada día.