¡DEBE POSEER un ministro la cualidad de experto en los asuntos propios de su departamento? Hablo de si la gestión de un ministro -o ministra- de Sanidad, por ejemplo, mejora por el hecho de que sea médico o provenga del sector sanitario. O de que un ingeniero de caminos resulte mejor ministro de Fomento que un economista. La opinión generalizada es que no. Un cirujano puede ser magnífico en el quirófano pero un desastre como director de su hospital, pese a que muchos médicos notables son también excelentes gestores. Se trata, en definitiva, de tareas distintas, de las que se debe ocupar quien esté preparado para ello y posea las cualidades adecuadas.

Esto me lleva a afirmar que al frente del ministerio de Sanidad puede estar alguien que no haya pisado jamás una Facultad de Medicina. Indudablemente sería preferible que el titular de la cartera uniese a su imprescindible capacidad de organización ese conocimiento del sector que sólo se adquiere con el oficio, pero tampoco se puede tenerlo todo en esta vida.

Lo anterior viene a cuento de una pregunta que me intriga: ¿en qué es experta esa ministra -y, en consecuencia, "miembra" del Gobierno del talante- llamada Bibiana Aído? Pregunta de Perogrullo, pues basta echar un somero vistazo a su currículo para ofertar una respuesta adecuada. La joven ministra es licenciada en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad de Cádiz, además de haber realizado un post grado en la International Business Administration de la británica University of Northumbria, así como un programa de doctorado en Economía y Dirección de Empresas en la ya citada Universidad de Cádiz. Con tal bagaje académico cabe pensar que la ministra Aído ha tenido una intensa actividad profesional en el mundo de la empresa. Pues no. Según copio textualmente de la página del Ministerio de Igualdad, doña Bibiana ha sido delegada provincial de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía en Cádiz, directora de la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco, afiliada a las Juventudes Socialistas de Andalucía, miembro -perdón, miembra- del comité de Andalucía de dichas juventudes y número -¿debo escribir númera?- dos por Cádiz en la candidatura al Parlamento andaluz, entre otras cosas; cosas en la que no figura ningún trabajo en una empresa digna de ese nombre, ni siquiera de tipo sanitario.

A la vista de lo anterior, me pregunto quién es doña Bibiana Aído Almagro para decir que un feto de 13 semanas no es una persona. No discuto aquí que lo sea o no, pues he preferido mantenerme al margen del debate sobre la ampliación de plazos para el aborto porque me parece absurdo discutir de crímenes. Tan sólo me gustaría saber qué conocimientos del tema tiene esa señora para emitir una opinión. Un ser vivo sí, pero un ser humano no; no hay base científica para probarlo. Como si Aído supiese algo de ciencia, o de cualquier otro asunto, que no sea pronunciar chorradas cada vez que abre la boca. Motivo por el cual Fernández de la Vogue la tiene que llamar constantemente al orden. Sé que a estas alturas resulta absurdo hablar del prestigio de este país, pero por muy mal que lo hayamos hecho no merecemos caer tan bajo. En definitiva, no nos abochorne más, ministra.