Águeda Álvarez es una vecina del barrio de La Alegría, que regenta, junto a su esposo y al más pequeño de sus seis hijos, el bar restaurante San Roque, que ocupa la planta baja de la casa que se encuentra en la esquina de la calle Cupido y donde vive toda su familia.

Este edificio, afectado por las consecuencias de la riada del 31 de marzo de 2002 (31-M), vio anegada su sala de estar por los escombros que venían de la ladera y además el agua inundó su planta inferior, dejando a esta familia prácticamente con los puesto. Cuando ya pensaban que lo peor ya había pasado, Águeda y los suyos deben enfrentarse a algo que las lluvias torrenciales no pudieron conseguir, "destruir nuestra casa", pues según señala, "Urbanismo ya nos ha anunciado que la tendrán que derribar, con el fin de ensanchar la vía", y que a cambio, indica, "me ofrecían una vivienda y un local en la promoción que se ha construido para los afectados de la riada", paradójicamente, justo en frente de su propiedad.

Aunque su vivienda no presenta desperfectos como consecuencia de la riada, la decisión de la administración "es para ensanchar la calle, pues en un principio nos dijeron que sólo afectaba a la acera, pero ya nos están hablando de que se va a coger más espacio".

Un espacio insuficiente

Esta vecina del barrio de La Alegría indica que "la vivienda no se encuentra mal de estructura, a pesar de todo", y dice que no se quiere hacer a la idea de trasladarse a las viviendas de reposición, "pues dicen que nos dan un local, cuando sólo tiene espacio para el bar, y yo aquí tengo incluso espacio para comedor".

Afirma que "a mí no me gustaría dejar mi casa, porque me ha costado mucho trabajo hacerla, ya que llevo aquí 50 años, y mis suegros otros 50 años antes".

A pesar de que observa su futuro con cierta resignación, hasta el punto de tener que abandonar su hogar si esa es la decisión final, no oculta su angustia porque "este es el modo de vida de la familia".

Además, Águeda señala que la casa que le ofrece el ayuntamiento, dentro de la promoción de reposición para los afectados del 31-M, "es un piso insuficiente, porque en mi casa, a parte de mi marido y yo, viven dos hermanos míos y tres de mis hijos".

Sin desperfectos

Por ello, señala que "no se resuelve el problema de otras personas, pues yo no estoy dispuesta a dejar a mi hija en la calle".

No obstante, indica que su domicilio no se vio afectado por el 31-M "y, sin embargo, nos ofrecen una de las casas de reposición para cubrir la repercusión de sus efectos".

Sin embargo, señala, con cierta resignación, que "pasados siete años de esa desgracia, no me esperaba que me fueran a tirar mi casa, pues en un primer momento les propuse que si había que buscar espacio no me importaba que retiraran parte de la acera, pero están dispuestos a tirarlo todo", a lo que se suma lo que calificó como "un rollo, ya que me dijeron que o aceptaba este piso o luego me quedaba sin casa o estaría ubicada en un lugar más lejano".

Águeda afirma que "miedo no tengo, porque ya he criado a mis seis hijos", pero sí expresó su temor por la situación de "los chicos y mis dos hermanos". Comentó que "hasta ahora no me han dicho nada, aunque nos están vinculando con el 31-M, y en ningún momento nos dieron ningún tipo de ayuda ni se interesaron por nosotros, salvo la ayuda que recibimos de EL DÍA, que agradeceré toda la vida, con la que pude comprar la cama donde duermo y la mesa donde comemos, pues mi casa se quedó totalmente vacía".