EL TAXI compartido, que es un sistema puesto en práctica en el municipio de Candelaria el lunes 16 de marzo, tiene un antecedente en el que se llamó "coche pirata", que era un servicio que funcionó en Tenerife y, probablemente, en otras islas del Archipiélago cincuenta años atrás, y creo que hace menos años, porque el servicio no se suspendió de una vez sino poco a poco.

Hay una diferencia entre el taxi compartido y el "coche pirata", además de la estampa exterior del vehículo, tanto en la pintura como en equipamiento. El taxi lleva obligatoriamente el taxímetro, que es el aparato que señala el precio del viaje según la distancia, las paradas y las esperas. El "coche pirata", que algunas veces era descapotable, sólo lucía, en general, su buena estampa y el máximo de comodidad en su interior, porque al dueño le convenía hacerlo atractivo.

El "coche pirata" sustituía, por elección del viajero, a las guaguas coloradas de don Leoncio Oramas, que tenían la exclusiva sobre los transportes colectivos interurbanos. Por eso a la empresa la llamaban "La Exclusiva", aunque su nombre era Transportes Tenerife. A pesar de la exclusividad, jamás vi un altercado o una discusión entre los conductores y cobradores de "La Exclusiva" y los chóferes de los "coches piratas". Eran otros tiempos. Ahora, que somos menos solidarios y vemos como cosa natural las agarradas que han puesto de moda los políticos, quizás no sea tan cordiales como antaño las relaciones entre guagüeros y los dueños de los taxis compartidos de Candelaria.

En cuanto a la iniciativa que, como otras modélicas y muy acertadas tal que la fundación municipal cuyos componentes donan el 2 por ciento de sus sueldos para crear empleo, es del alcalde de Candelaria, don José Gumersindo García, y no tengo dudas de que otros municipios seguirán este ejemplo que rige en Cuba desde hace muchos años. Aquí, por el contrario, un alcalde socialista que tuvo Arona prohibió el paso de las guaguas por la avenida principal de Playa de las Américas porque hacían competencia a los taxis en los viajes con turistas. En Candelaria ganan los vecinos y ganan los taxistas, los cuales, en caso contrario, tenían que tener su taxi parados. Y ahora tienen opción. Aunque ganan menos que en una ocupación ordinaria del vehículo, algo ganan, que buena falta hace en tiempos de crisis.