La zaragozana Alina tiene tan solo 21 años y ha vivido un auténtico infierno pese a su juventud. Cuando solo tenía 15 años se quedó embarazada de su hija Daniela, al año siguiente de Estefanía y ahora acaba de ser madre de Mateo. El padre de estas tres criaturas es un joven que, cada vez que salía o se escapaba del centro de menores en el que estaba internado, la maltrataba.

Perdió la custodia de las dos pequeñas y ahora su miedo es que pase lo mismo con el pequeño. Ha dado el paso y ha dejado atrás la relación tóxica en la que vivía, incluso se armó de valor para denunciar a su agresor, quien fue condenado, pero ahora los Servicios Sociales del Gobierno de Aragón están revisando su caso y ella reconoce tener "verdadero temor" a que le quiten "su esperanza de vida". "He salido de la espiral en la que estaba, no quiero saber nada del que fuera mi ex y quiero rehacer mi vida, ser feliz", señala la joven.

Su voz es temblorosa mientras relata todo lo vivido. No le da vergüenza, pero, tal y como reconoce, se siente que "pese a ser una víctima, ella es la que siempre está bajo el foco". "Vivo con mis padres, cobro una ayuda de 400 euros como mujer maltratada y solo tengo en mi cabeza sacar adelante a Mateo y en un futuro poder recuperar a mis otras dos hijas", afirma esta joven. Fue en el 2014 cuando conoció al joven que acabó siendo el padre de sus tres hijos y el que marcó su juventud a base de golpes porque "es muy celoso", según ella.

Dos años después se quedó embarazada. Estaba de tan solo tres meses y él entró en un centro de menores. En aquel momento estaba mal con sus padres y fue este chico la forma de salir de la vivienda familiar. Al entrar en el reformatorio, ella se quedó en la casa de los que ese momento eran sus suegros. En una escapada se volvió a quedar embarazada de él. Le quería, destaca.

El hecho de que estuviera lejos de él, más aún porque estaba interno en un centro de menores hizo que ella entrara en una fuerte depresión. Tampoco ayudó el ambiente con los padres de su pareja, los abuelos de las niñas. "Me hicieron sentirme que estorbaba hasta el punto que al final tuve que regresar a casa de mis padres con los que en la actualidad estoy muy bien y tengo todo su apoyo", afirma. Todo ello hizo que hasta en dos ocasiones ella tratara de suicidarse.

Fue ahí cuando entró Menores para velar por la situación de sus hijas. Durante un mes perdió la custodia. La recuperó un 6 de agosto del 2018. Era, curiosamente, el día de su cumpleaños. Fue su mayor regalo aunque le duraría poco. Solo un mes. Le habían puesto varias condiciones como estudiar, ella cumplió. Sus suegros la denunciaron por abandono, pero ella cuenta lo que ocurrió, según destaca. "Le tiré una bolsa de marihuana a mi ex y eso no le gustó, así que vino a por mí, me pegó que casi me mata y como pude salí a la calle", asevera, mientras recuerda que un vecino la vio golpeada y llorando en el exterior de la vivienda y llamó a la ambulancia que la trasladó al hospital, donde fue asistida por los sanitarios.

Hubo comunicación por parte del centro hospitalario, tal y como marca el protocolo de violencia de género, a la Unidad de Familia y Mujer (UFAM) de la Jefatura Superior de Policía de Aragón que acabó en un juicio rápido. Ella decidió no presentarse para no declarar en contra de su agresor y padre de en esos momentos dos niñas. La causa quedó archivada.

Servicios Sociales está pendiente de su caso

Pese a proteger a su maltratador ella se quedó sin sus dos hijas. Acabaron en manos de sus suegros llegando a tener que verlas en un régimen de visitas primero y luego en punto de encuentro. Dos horas a la semana podía estar con ellas. "Yo soy la maltratada, pero él podía estar con mis hijas sin ningún tipo de condición", lamenta. Y a pesar de todo Alina seguía en la relación. Dijo basta cuando estando embarazada de Mateo fue agredida.

Según consta en la sentencia, eran las 07.45 horas de diciembre del pasado año cuando comenzó una discusión entre ambos en la que el acusado le reprochaba que le hubieran pasado a su cuenta bancaria el recibo de un curso de formación a la que ella se había inscrito. Él la agarró del cuello y la empujó dándole varios golpes en la cara. La joven tuvo que agarrarle del pelo al agresor para quitárselo de encima, cayéndose ella al suelo golpeándose en la cara. Por suerte, el menor que llevaba en su seno no sufrió ninguna lesión.

Esta vivencia le hizo decir basta y no querer saber nada de su ahora expareja sentimental. Su denuncia hizo que Menores, un mes antes de dar a luz, le llamara para preguntar qué tal estaba. "Me mandaron una carta con una convocatoria en la que me decían que teníamos que hablar un asunto de mi interés en la que se incluían los nombre de mis hijas", recuerda, mientras que destaca que no se lo pensó y acudió a la cita que le habían fijado. Eso sí, ya fue con ropa ancha porque ya tenía miedo de perder a su hijo. "Ellas me dijeron que sabía que estaba embarazada y estuvieron todo el rato preguntando sobre él, sobre si seguía con él, pero yo les decía que no", afirma.

Antes de que diera a luz, los Servicios Sociales se presentaron en la casa de sus padres para saber si era un hogar adecuado para el niño que iba a nacer dentro de un mes. Ahora Mateo tiene 4 meses y las asistentas sociales siguen estando pendientes de su situación. "Sinceramente tengo mucho miedo de que me lo quiten porque parece que yo sea la culpable de todo, pero yo soy la maltratada", señala Alina, quien solo espera que sus sospechas no se hagan realidad, poder ver a su niño crecer y sacarlo adelante con el trabajo que quiere buscar.