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Willy, el amigo de García Sanabria

Cuando uno concluye la ruta guiada que oferta la Concejalía de Patrimonio Histórico al García Sanabria bajo el título El parque en familia finaliza la experiencia con sentimientos encontrados. El primero, de orgullo y satisfacción por la riqueza patrimonial de este enclave que atesora la capital en pleno corazón de la trama urbanística, frente al desconsuelo porque esta experiencia –que se puede tramitar en la Concejalía de Cultura– no sea una asignatura para los alumnos de los colegios de Santa Cruz. Eso sí, con un requisito indispensable: realizar la ruta de la mano del historiador y actor Eduardo Zalba.

Este artista de la cultura se presenta a la hora convenida del inicio de la ruta –las once de la mañana– encarnando el papel de Willy Fog, que acude a la capital tinerfeña. Tras el saludo del rigor al dueño del parque, el que fuera alcalde de Santa Cruz y promotor este enclave, Santiago García Sanabria, –tomando como referencia una plaza cercana al reloj de flores–, arranca su paseo por el lugar como un guía muy original que no solo se lleva al lego a los pequeños, sino con la capacidad de persuasión de hacer revivir a los padres su tierna infancia. Hasta acabarán jugando en la catedral de Gaudí o la escultura del queso, como alguna generación llamó a la obra de Eduardo Paolozzi, o interactuando con sus hijos en el Jardín de las Aromáticas o en la Fuente de la Música, identificada como la Fuente de los cisnes negros.

Del reloj de flores, el guía que encarna a Willy Fog pide que le echen una mano si se traslada hasta el paseo central del parque, que discurre desde la Fuente de la Fecundidad, en dirección al hotel Mencey, donde se encuentra antes de finalizar el paseo con la escultura de Josep Maria Subirachs, Introversión, la popular mano gigante que aparecía como si fuera un negativo. Y, para poner en situación a los pequeños, Eduardo Zalba entrega a los pequeños una plastilina para que jugueteen y con su mano hagan su propio negativo mientras desliza entre juegos un año: 1973, una referencia que se reitera por el protagonismo que tuvo la I Exposición Internacional de Esculturas en la Calle que se desarrolló en Santa Cruz.

Antes, ya había salido la referencia a la fecha porque Willy Fog, después de presentarse a García Sanabria, se lanzó a la búsqueda de un gato que hay en el parque, en un claro guiño a la escultura de Óscar Domínguez, elaborada en piedra, cemento, cristal y hierro.

De paseo por este pulmón de la capital, el historiador y guía encabeza el grupo limitado a quince personas –por el estricto protocolo del Covid-19– mientras desafía al incómodo chipi chipi que sorprendió a la expedición en su visita del pasado sábado, lo que obligó a acelerar la visita, haciendo bueno el refrán popular “lo bueno, si es breve, es dos veces bueno”. Poco más de una hora y cuarto fue suficiente para que Willy Fog enamora a las familias que disfrutaron de esta experiencia.

En el recorrido, el viajero se topa con “una catedral como la que vio en Barcelona”, en referencia a la Sagrada Familia, de Gaudí, y a la obra de Eduardo Paolozzi –también de 1973– con la que rinde homenaje al arquitecto. El arte del propio guía hace posible que no solo entren a jugar los niños –un reto sencillo–, sino que involucra a los mayores; alguno acaba reviviendo su más tierna infancia... “Esto está hecho para jugar”, aventuró Willy Fog.

De camino por el paseo de las Palmeras o de los Rosales del Parque García Sanabria, el historiador y guía busca la ayuda de una mujer y se topa con cuatro –siempre en clave infantil–, para presentar así al conjunto escultórico Las cuatro estaciones, que donó a Santa Cruz en el año 1962 “Il Commendatore Gran Croce d’Italia, Francesco Génova”, como reza en la inscripción.

El guía propone en ese momento a niños y mayores un viaje a las Islas Canarias que lo acercan, sin salir del parque, al conjunto escultórico de Pablo Serrano, también de 1973; y aprovechar para hacer un repaso por Conocimiento del Medio. Ante la obra, pregunta cuántas islas integran el Archipiélago... “En aquella fecha eran siete”, dijo un padre; hoy, ocho, incluyendo La Graciosa. Eduardo Zalba ahonda en el abrupto adoquinado y le pregunta a Emma, una pequeña del grupo, por qué están todos levantados, para explicar que representa el origen volcánico de las Islas Canarias.

Mucho más que una ruta

Más que una ruta guiada, fue una lección de cultura, cono, y hasta matemáticas... En una suave transición, Willy Fog presenta los enclaves del parque: el Jardín de las Aromáticas y la Fuente de la Música, donde pivotaría en la complicidad de los padres.

En el Jardín de las Aromáticas, los pequeños pudieron conocer en directo plantas que, tal vez, solo habían oído de referencia en su casa, ver por la tele o en los libros de texto: romero, olivo, perejil, albahaca. Willy Fog lanzó el guante a los padres y logró su complicidad cuando le preguntó que –con el comodín de san Google– explicaran las propiedades de la melissa –para Ana es el nombre de una amiga del colegio–. “Esta hierbita tiene unas propiedades relajantes si se hace una agüita que te permite relajarte y dormir bien”, dijo el guía. ¿Y la mejorana? Para relajar músculos y, recomendada, para sentar madres. Y lo mejor para los visitantes del Jardín de las Aromáticas es que estas esculturas naturales se pueden tocar, como, incluso, anuncian los carteles que identifica a cada una de las especies.

El siguiente alto en el paseo por el García Sanabria llevó a la expedición a la Fuente de la Música, donde solo le faltó a Willy Fog poner a bailar a las familias. Echó mano de un móvil –”porque se mueve”– que le dieron, advirtió, y comenzó a reproducir música que cada niño –María, Adriana, Ricardo...– fue preguntando a sus padres sobre el lugar de procedencia, comenzando por el tango, de Argentina, para seguir con los coros rusos, sonidos que transportaron a la expedición a China o a las composición de Albéniz o Granados, autores españoles.

Antes de finalizar la ruta, un alto para visitar “una crosa chiquita”: cita que llevó ante el busto de Diego Crosa Crosita, donde Willy Fog leyó dos de las célebres coplas que compuso, como recuerda la inscripción de la peana. Finaliza el paseo por el García Sanabria con el entusiasmo generalizado de los participantes y el deseo que vuelva pronto Willy Fog.

superior. A la izquierda, la expedición tras encontrarse con el Gato, de Óscar Domínguez, o visitar la catedral de Gaudí, donde niños y mayores acabaron jugando.