El teléfono móvil es el eterno compañero de un adolescente y por supuesto también se lo llevan a clase. En la mayoría de centros españoles está prohibido su uso, pero cada vez proliferan más los colegios en los que se integran los móviles como método de aprendizaje. Encontramos dos ejemplos contrapuestos en la ciudad de Sevilla. En el Colegio Escolapios los niños lo utilizan cuando lo autoriza un profesor. Así les inculcan, dicen, un uso responsable de las tecnologías. La visión es totalmente contraria en el Colegio Altair, donde han elegido prohibirlos porque es la forma de alejar a los alumnos de los riesgos que conllevan las tecnologías tales como el ciberacoso o la adicción al propio móvil. A diferencia de Francia, que lo ha prohibido por ley, en España la decisión de permitir su uso o no depende de cada centro. Un debate que en Madrid y Galicia han regulado vetándolos, aunque se contemplan algunas excepciones.