El protagonista de esta historia, un paralítico norteamericano que llevaba 13 años sin poder hacer nada por él mismo, consigue dirigir un brazo robótico con su pensamiento gracias a los dos sensores que le han implantado en el cerebro. El experimento, que puede cambiar la vida de miles de personas con lesión medular, le ha permitido a Erik hacer cosas, por sí mismo, tan sencillas como beber una cerveza o poner la televisión.