Lo que debía ser el broche de oro de unas vacaciones idílicas en Tenerife se convirtió en una auténtica pesadilla para Ann-Marie Murray, de 55 años, y su pareja. Al tomar el vuelo de regreso a Bristol con la aerolínea Ryanair, jamás imaginaron que acabarían siendo escoltados por la policía, humillados delante de decenas de pasajeros, todo por un malentendido con el pago de unos simples snacks.

La pareja pidió una Coca-Cola, una botella de agua y unas Pringles, con la idea de montar un pequeño picnic a bordo. El precio: apenas 7 libras -unos 8 euros al cambio-. Pero cuando intentaron pagar, la tarjeta falló, y ya no les quedaba efectivo tras agotar sus euros durante el viaje, según informa el periódico inglés The Daily Mail.