Hermetismo de las autoridades sobre las líneas de investigación. Donde hay apenas veinte vecinos cualquier puede ser sospechoso. Entran en fincas privadas, y en el entorno familiar. Una línea policial que empieza en la casa de donde salió el pequeño, y hoy se extiende doce kilómetros al noroeste. En Las Negras intentan descifrar el mapa, encontar la ruta que lleve a Gabriel. Día once en el puesto de mando, a la lista de ciento cuarenta profesionales, se le suman ciento veinte voluntarios. Dispositivo discrecional en las pedanías, las patrullas van por separado. Al pescaíto le buscan por tierra. Y su sonrisa la encuentran en cada fachada, en cada reflejo, en cada gesto. La mayoría de los vecinos ha participado en la búsqueda. Es esta la marea que da fuerzas a Ángel y Patricia. La que conjuga los verbos en presente. La que inunda las calles y las redes de pescaítos, como él, para traer de vuelta a Gabriel.