La vorágine del modelo digital en los bancos relega a muchos mayores en Extremadura. "La próxima semana tengo que buscar a alguien del pueblo que me pueda llevar a para sacar dinero del banco en otro pueblo, porque mi marido ya no puede conducir y no tengo hijos que me puedan ayudar, ¿cómo lo hago?". La pregunta la hace María Cruz Martín (69 años) en la localidad cacereña de Santibáñez el Bajo. El pasado 22 de diciembre cerró la oficina bancaria que quedaba en el pueblo y la única opción ahora es el cajero automático que sigue funcionando. Para los trámites presenciales la sucursal más próxima es la de Ahigal (a tres kilómetros) o las de Zarza de Granadilla y Carcaboso, a unos 18 kilómetros cada una. Pero María Cruz no tiene tarjeta para usar el cajero, y nunca la ha tenido.