Pepe Baéz, de 53 años y con ambas piernas amputadas, vive desde hace unos años atrapado en un cuarto -«que en realidad es un quinto»-- sin ascensor del barrio de la calle Pintor Pedro Bueno, en la Fuensanta. Su caso no es el único, de hecho en su mismo bloque viven muchos abuelos en una situación parecida y una persona invidente, pero no por eso se hace menos duro verlo bajar, prácticamente arrastrándose por los escalones.