En un piso cercano a la calle Montera prostituían a seis chicas de entre 19 y 31 años, todas rumanas. Las forzaban a una esclavitud sexual extrema. Las obligaban a trabajar 11 horas al día, subiendo con clientes cada 15 minutos. Estaban completamente controladas, y si se pasaban del tiempo en cada relación sexual, tenían que pagar una multa. Las obligaban a ponerse un DIU para tener relaciones sin protección. Y todo esto no sucedía en un rincón escondido, pasaba en pleno centro de Madrid, en la calle Montera, calle marcada durante años por la prostitución.