Aunque sola, sin compañía ya derrocha belleza, prueben a enmarcarla con montañas o edificios emblemáticos. Ya verán como la luna gana. Si están en Sevilla no hay duda, la Giralda está mejor acompañada que nunca. En Valencia la luna juega caprichosa con la arquitectura de la Ciudad de las Artes, y en Madrid, la simbiosis con las cuatro torres es perfecta. En La Coruña se disfruta su reflejo en el mar; en Barcelona se puede tomar como referencia la Torre Agbar y en Canarias su grandeza es mágica. Porque aunque realmente no cambia de tamaño, está 50.000 kilómetros más cerca, pasa en su fase llena por el punto orbital más próximo a la Tierra. Este fenómeno no se podrá volver a ver hasta dentro de 17 años.