Ni siquiera nos damos cuenta porque tenemos todos esos símbolos interiorizados, pero estamos rodeados de señales no paritarias. Asientos reservados para madres con un bebé, no para padres. Los cambiadores de los niños, que siguen estando casi siempre en el baño de mujeres. Las plazas de parking reservadas en los supermercados para las mujeres que hacen la compra, no para los hombres.