La compenetración entre Montserrat González y Triana Martínez es una característica que ha sorprendido de este crimen. Madre e hija están muy unidas y eso es evidente hasta en su forma de vestir: ambas lo hacen igual. La madre ha mostrado su exceso de protección hacia Triana a lo largo del juicio, por ejemplo, cuando en mitad del interrogatorio se ha levantado para dar agua a su hija como si estuvieran en casa.