No tenía ni tres años cuando levantó su primer violín. Una pieza de cartón diseñada por su padre. Se llama Jacobo Christensen. El escenario es parte de la vida de este pequeño artista, hoy adolescente y un alumno más del instituto Ramón Llull. "A veces estoy en clase y se me van los dedos". No suelta este tesoro de 1920.