A los más pequeños les encanta jugar con los coches, pero cuando les toca viajar en ellos la cosa cambia. Muchos de ellos lloran, se marean o vomitan. Para estos casos, cualquier ayuda es poca y hay muchos padres que recurren al truco más socorrido: salir muy pronto para que vaya dormido durante el viaje o iniciarlo en la hora de la siesta.