Mató a Don Quijote para que nadie mancillara su personaje, pero no sabía Miguel de Cervantes que la muerte no es garantía de descanso y que, 400 años después de fallecer, buscarían sus huesos. Como si en los restos mortales pudiera quedar algo del genio, los suyos pueden ser los de un féretro con un rústico M.C como único nombre, sus iniciales remachadas en hierro en lo que se supone que es su féretro. Un hallazgo que sitúa a los forenses cada vez más cerca de los restos del escritor español.