Suena el aviso e inmediatamete surge el impulso de comprobar el nuevo mensaje. Pero chequear constantemente las novedades en las redes sociales puede ser síntoma de que algo no va bien. Es el Fomo o el miedo a perderse lo que ocurre en el mundo digital. Es la nueva versión de un viejo conocido, el miedo a la exclusión amplificado por las nuevas tecnologías. En los casos más extremos, aparece la angustia y la depresión. El peligro es mayor entre los adolescentes; porque para ellos no hay un límite claro entre la vida digital y la analógica. Pero, apartarlos de las redes sociales no es una solución.