A las siete y media de la mañana llegan una quincena de inmigrantes a la valla. Se colocan, en grupo, y en lo más alto de la verja. Queman algunas de sus prendas y es entonces cuando los policías comienzan a cargar y a forzarles para que se bajen de la valla. Los agentes utilizan porras y la policía marroquí palos. Con ellos golpean a las manos de los inmigrantes para que se suelten cuanto antes de la verja. Uno a uno van siendo devueltos a Marruecos lo hacen por esta puerta, donde uno de ellos y logra escaparse los guardias y salir corriendo.