El Ayuntamiento de Burgos insiste en que el protocolo de seguridad se cumplió a rajatabla. La gente estaba situada a 149 metros de la zona de lanzamiento, cuando a lo que obliga la ley es a una distancia de solo 96. Aseguran también que nadie del público había invadido la zona acotada. Parece que uno de los cohetes explotó antes de salir del tubo que le sirve de lanzadera, y eso provocó una reacción en cadena que concluyó con la carcasa ardiente entre el público.