Cuando el agresor le propina varios puñetazos al joven de Mongolia que viajaba en el metro de Barcelona, los pasajeros actúan. El primero, un chico de rojo que agarra al presunto agresor para evitar que siga golpeándolo. Tras él, tres pasajeros intervienen, incluso una mujer se mete en medio de los dos. Otros pasajeros rodean al grupo sin saber muy bien cómo intervenir. Tras unos segundos de forcejeo, el joven de azul, con una patada, echa a la víctima del vagón. Sin embargo, la víctima vuelve a subir al metro. Cuando llega a su destino pide ayuda a los guardias de seguridad que lo llevan al hospital.