El matrimonio paseaba por este espigón con sus hijas. Atraídos por el fuerte oleaje querían disfrutarlo de cerca, incluso esquivaron la valla que impedía el paso. De repente, una ola arrastró a la mujer y su marido, sin pensarlo dos veces, se tiró tras ella. Menos mal que Maximino, un pescador jubilado que estaba en su bote, oyó los gritos y los rescató. Ya en tierra Alberto los atendió y los llevó a su casa. El problema, dicen los vecinos, es que muchos no tienen miedo a las olas. Los bomberos trabajan sin descanso para quitar todos los árboles que el viento ha dejado atravesados en las carreteras de Vigo. Hay coches afectados, alcantarillas rotas por culpa de la lluvia y cortes de luz. Este fuerte temporal que azota Galicia, está impidiendo reconstruir el emblemático santuario de Muxía.